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Mas y Duran, en diciembre de 2012, durante la investidura del primero como presidente catalán. :: AFP
ESPAÑA

CIU, cada vez más cerca de un divorcio

ALFONSO TORICES
MADRID.Actualizado:

Los máximos dirigentes tanto de Convergencia como de Unió no admiten en público crisis alguna en CiU, la sociedad política firmada entre ambos hace 36 años, que les ha permitido gobiernar Cataluña casi todo el período democrático y ser determinantes, como bisagra nacional, con los ejecutivos españoles sin mayoría absoluta.

Sin embargo, los comentarios privados de destacados militantes indican una alta inestabilidad en la federación catalana y las estrategias políticas emprendidas por cada una de las siglas, no solo contradictorias sino divergentes, no hacen sino confirmar el alto riesgo de que a medio plazo la entente toque a su fin.

Ninguno de los socios tiene prisa por abordar ese capítulo, más cuando están a la vista -mayo de 2015- importantes comicios como los municipales, en los que CiU se arriesga a perder buena parte de su poder local. Pero también, conscientes de que la ruptura es un escenario plausible, ya han comenzado a dar los pasos para estar cada uno en la mejor situación individual posible por si llega el caso.

Las tensiones entre el socio mayoritario, Convergencia (CDC), y Unió (UDC), que representa el 25% de la militancia conjunta, han reaparecido cual Guadiana durante estas tres décadas, pero la cuerda nunca se había tensado tanto como desde que Artur Mas, el heredero político de Jordi Pujol en el liderazgo de CDC, inició en 2012 el pulso soberanista hacia el estado propio con el soporte parlamentario de Esquerra Republicana. Un hueso demasiado duro de roer para el partido democristiano liderado por Josep Antoni Duran Lleida, que se opone a las tesis independentistas y es enemigo declarado de los republicanos.

Desde entonces, todo han sido desencuentros y desconfianzas. Unió comparte el objetivo fundamental de Mas, la celebración de un referéndum de autodeterminación el próximo 9 de noviembre, pero no la posición de CDC que, como la de Esquerra, es de un sí rotundo a la segregación de España. Tal es la distancia que Duran lleva casi un año de contactos discretos con empresarios, partidos políticos y miembros del Gobierno de Mariano Rajoy para tratar de impulsar sin ningún éxito una alternativa, la llamada 'tercera vía', una reforma de la Constitución con un encaje de Cataluña en España de tipo confederal. Una fórmula desdeñada tanto por Rajoy como por Mas.

Refundaciones

El resultado es que Convergencia, al que cada día las encuestas le dicen que, en parte también por las dudas de su socio, Esquerra le está comiendo el electorado y está a punto de arrebatarle el liderazgo catalán, quiere emprender ya mismo un proceso refundacional que la defina como netamente independentista y recupere su antiguo perfil social para frenar la sangría y pelear los votos prestados a ERC. Un proceso que renueve caras, como la llegada de Josep Rull al número dos por la dimisión de Oriol Pujol, acelerado por la necesidad de sacar de la dirección a todo el que huela a 'pujolismo', lo que también pone en riesgo la permanencia futura de Mas.

Duran, por su parte, comenzó a romper amarras con la dimisión como secretario general de CiU, pero se quedó con la plataforma mediática de la portavocía en el Congreso. Ya sin ambages reconoce que hace meses que empezó a impulsar un nuevo proyecto político, en el que estaría incluida Unió, que reúna a todo el catalanismo político y social, de la derecha al centro reformista, y que tenga como proyecto territorial la 'tercera vía': reconocimiento «nacional», pero sin ruptura con España. Es decir, convertirse en lo que fue CiU en su momento de mayor transversalidad de voto.

No es casual que las jornadas en que discutirá si hay proyecto y si puede traducirse en candidaturas municipales sea a final de noviembre, cuando, con la consulta ya prohibida, Mas y CDC deban decidir qué hacer. Si enrocarse en la vía del estado propio, con la entrada de ERC en la Generalitat y las preparación de unas elecciones plebiscitarias, o si rectificar y renunciar a la independencia. A partir de ahí es cuando se vera si toca reconciliación o divorcio.