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Economia

El precio del petróleo desciende a pesar de las tensiones geopolíticas

La masiva oferta de crudo en el mercado, reforzada por el 'fracking' de EE UU, supera la demanda, todavía débil por la crisis económica

ANA BARANDIARAN
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Pese a la acumulación de graves conflictos geopolíticos (Ucrania, Gaza, Irak, Libia...), el precio del petróleo ha evolucionado a la baja en estas últimas semanas. El barril de crudo tipo Brent, la referencia para Europa, cayó el viernes por debajo de los 105 dólares, tras bajar un 5,6% en julio. Su homólogo norteamericano, el WTI (West Texas Intermediate), rondaba los 97 dólares. En otros episodios similares, como el del verano de 2008, se había disparado casi sin control. Entonces el Brent alcanzó su máximo histórico, al rozar los 150 dólares por las tensiones con Irán por su programa nuclear.

Sería falso decir que la revolución del 'fracking' en EE UU, donde la producción de petróleo y gas crece de forma espectacular gracias a esta técnica -que permite extraer hidrocarburos del subsuelo inyectando agua a presión y químicos-, es la principal causa de la estabilidad de los precios. Los motivos son varios. Por ejemplo, en el corto plazo está el fortalecimiento del dólar -ahora en 1,34 unidades por euro-, que hace más cara y, por tanto, menos atractiva la inversión en el 'oro negro'.

Gonzalo Escribano, director del programa de Energía del Real Instituto Elcano, destaca que «ninguno de los actuales conflictos ha supuesto una interrupción del suministro». En Irak, segundo productor de la OPEP, los enfrentamientos con los yihadistas suníes se centran en el norte y oeste del país, sin impacto en la industria petrolera del sur, que está bombeando a su máximo de los últimos 35 años, cerca de 3,6 millones de barriles por día. A su vez, la producción de Libia ronda el medio millón de barriles, la mitad de su oferta en 2012, pero «es que casi ni se cuenta ya con ella», apunta.

Hay temor a la reacción de Rusia, principal proveedor de la UE tanto de petróleo como de gas natural, por las sanciones para castigar su colaboración con los separatistas de Ucrania. Pero, a la vez, no se espera un corte de suministro. «Es muy complicado porque la propia economía rusa depende de estos ingresos», explican analistas de Commerzbank.

A todo ello se suma un exceso de oferta de petróleo que inunda la cuenca atlántica, junto a una débil demanda, lastrada todavía por la crisis y por la ralentización de la actividad en potencias emergentes como China. «Es que se ha encontrado crudo en todas partes (Nigeria, Brasil...). El mercado está sobresaturado y los inventarios a tope. No se ve una tendencia al alza en los precios para los dos próximos años, aunque a más largo plazo sí», apunta Rodrigo Villamizar, exministro de Energía de Colombia y profesor de esta materia en la Universidad de San Diego, en California, y en el IEB de Madrid.

Como Arabia Saudí

En esta amplia oferta destaca Estados Unidos, que se ha convertido en una potencia petrolífera al aplicar la técnica de la fracturación hidráulica ('fracking'), que primero usó para extraer gas y luego para obtener también petróleo. Gracias al 'light tight oil' -un crudo sintético derivado del aceite de esquisto-, su producción se ha incrementado con fuerza desde los 6,7 millones de barriles diarios en 2008 hasta los 10 millones el año pasado. Se sitúa así en el tercer puesto del ranking mundial, muy cerca de Arabia Saudí y Rusia, números uno y dos según la clasificación de BP.

Conforme aumenta su producción interna, EE UU reduce sus importaciones de crudo, que el año pasado marcaron su nivel más bajo desde 1991. Ya solo tiene que cubrir el 40% de sus necesidades. Todo un salto hacia la autosuficiencia energética mientras en la UE ocurre todo lo contrario; su dependencia va en aumento. Según los datos de la Comisión Europea, en 2013 tuvo que importar casi el 89% de lo que consumió y Rusia fue su principal proveedor, con una cuota del 33%.

En gas natural, EE UU ya es autosuficiente gracias al 'fracking'. La UE, sin embargo, tiene que comprar fuera un 65% de lo que necesita. El 32% de lo que importa viene de Rusia y la mitad de ese gas llega a Europa a través de Ucrania.

La principal consecuencia de esta situación es la diferencia de precios entre EE UU y la UE. En el petróleo no se nota tanto porque es un mercado que se mueve con parámetros mundiales. No obstante, el WTI cotiza 8 dólares más barato que el Brent y esta brecha se ha situado en torno a los 15 dólares desde 2011.

En el gas natural las diferencias son mucho más relevante porque sí es un mercado regionalizado. Al cierre de 2013, el precio en EE UU rondaba los 3,8 dólares mientras que en Alemania y Reino Unido, referencias para Europa, casi se triplicaba. En Japón era cuatro veces mayor. Para la industria europea esta brecha supone una importante pérdida de competitividad ante la norteamericana.

Estados Unidos ve en el 'fracking' un motivo de orgullo nacional aunque allí tampoco está exento de polémica por el daño medioambiental que supone. Pero una geología favorable y, sobre todo, el hecho de que el propietario del terreno también sea dueño de las riquezas del subsuelo han permitido su expansión a un ritmo espectacular.

El 'light tight oil' se extrae principalmente en la zona conocida como 'Permian Basin' en Texas y en yacimientos de Dakota del Norte. Desde 2008 la producción de petróleo obtenido de 'fracking' ha pasado desde los 600.000 barriles diarios a los 3,5 millones y la Agencia Internacional de la Energía prevé que alcance los 5 millones en 2019.

El éxito es tal que en EE UU se ha abierto el debate sobre si levantar el veto a las exportaciones de petróleo, vigente desde 1970. La industria refinera se opone porque no hay restricciones para las ventas de gasolinas y gasóleos. Así que el negocio está en usar el crudo del 'fracking', que apenas necesita refino por sus características, transformarlo y vender luego esos carburantes con enormes márgenes. También se trabaja a marchas forzadas para estar en disposición de exportar gas natural licuado.

Otra discusión abierta es si Estados Unidos podría llegar a independizarse totalmente del petróleo árabe y arrebatar al cartel de la OPEP el control sobre el mercado y los precios. Ya ejerció ese poder en el pasado, en la década de los 60, cuando era el primer productor mundial, pero lo perdió por el incremento del consumo y la caída de la producción.

Gonzalo Escribano, de Elcano, se muestra muy escéptico. «En 30 años, cuando se agote el 'boom' del petróleo no convencional, estaremos igual que antes, con la OPEP al mando porque es la que tiene el 80% de las reservas de petróleo de todo el mundo», apunta. Es más, considera que en la actualidad es Arabia Saudí el principal factor estabilizador del precio por su capacidad para reaccionar rápidamente ante un eventual 'shock' y suplir cualquier déficit de oferta.