#Alcornocales
Actualizado:Otro incendio en el parque de Alcornocales. Lejos está la época en que una ardilla podía saltar de árbol en árbol de Algeciras a Galicia. Ahora apenas llegaría a Alcalá. Ya no quedan bosques en España, quizás algunos brochazos, de los que nuestro parque de Los Alcornocales es uno de los mejores trazos. Poco a poco perdemos, sin darnos apenas cuenta, la última selva que queda en el Mediterráneo. No deja de ser toda una ironía que el lugar más lluvioso de España sea destruido por el fuego.
Hay tres cosas a aprender del último incendio de Alcornocales si queremos que no se repita. En primer lugar, hay que repartir mas justamente las ayudas «para la gestión sostenible del medio natural». Este año Cádiz no ha tenido ayudas a la limpieza del monte por razones meramente políticas. La mayor parte se la ha llevado Huelva y Sevilla a pesar de que su dehesa es mas limpia. Como consecuencia, el incendio se ha encontrado nuestro monte con mas matojos de lo normal. Cádiz necesita volver a tener ayudas de desbroce, limpieza y cortafuegos al menos al mismo nivel que que antes. En segundo lugar, ya esta bien de gastar dinero en chorradas verde-flauticas. Por ejemplo, lo de tener equipos de cuatro personas en un Nissan Patrol recién comprado intentando erradicar del cochino cruzado del Parque de Alcornocales. Hay que hacerle caso a la gente del campo y concentrarse en lo útil y lo eficiente, no solo en lo conveniente y ecológicamente decorativo.
Y en tercer lugar, hay que luchar con nuevos medios contra los pirónanos. Las cámaras trampa y los drones están funcionando muy bien en otros lugares. Quizás sería un buen momento para que la Administración y los propietarios pensasen en estos nuevos sistemas, ahora más baratos y efectivos. La protección de nuestro bosque debe ser una prioridad en la provincia y no lo es. No hay un lugar en Europa como ese. Alcornoques y helechos y jinetas y corzos y venados y gamos y oropendolas y águilas imperiales y alimoches. de todo. Y hay que cuidarlo porque como decía Ghandi, «la tierra no es la herencia de nuestros padres sino el préstamo de nuestro hijos».