ocio en chiclana

Un blanco lleno de matices

Seguimiento desigual en la primera noche de tiendas, actuaciones, museos y patrimonio abiertos hasta la madrugada

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Tiene el ocaso siempre algo de mágico, es la transición entre los dos estados del día, la desaparición del astro que ilumina y aporta calidez a la jornada. Es ese momento en el que Chiclana se paraliza para contemplar el espectáculo de ver cómo desaparece el sol en el castillo de Sancti Petri. Y fue justo en este momento cuando la ciudad fue consciente de que, precisamente a partir de ese cambio a la noche, tenía una cita con el ocio, la cultura, el patrimonio y la gastronomía. Motivaciones de diverso tipo y agrado que sumaron adeptos en el centro de Chiclana –sólo algunas calles y comercios– en la que supuso la primera Noche en Blanco del verano. El pretexto era animar al turismo a acercarse por el centro a conocer las bondades de la zona más antigua de la localidad y el resultado no pudo ser más satisfactorio. Junto a los chiclaneros que se animaron a salir, mucho visitante extranjero y, principalmente, nacional, por las principales vías del centro. Calles que lucieron actuaciones de bandas de música y donde muchos de los establecimientos hosteleros –inmersos, además en la Ruta de la Tapa– animaron la noche con actuaciones de música en sus locales.

Fue una noche en la que a la apertura tardía de comercios, se sumó el trasiego por espacios inusualmente visitables a esas horas. Fue el caso del propio Museo de Chiclana, el Museo Paquiro y la Casa de la Cultura. El Museo Paquiro lució la exposición de Adela Ojeda y la Casa de la Cultura la de Diego Leal. Además, permanecieron abiertas la iglesia Mayor, Jesús Nazareno, San Telmo y Capilla de Santo Cristo. Fue en estos puntos patrimoniales donde la afluencia se dejó sentir especialmente destacado, dado su carácter extraordinario.

De hecho, en el Museo Municipal, un concierto de arpa amenizaba una visita en la que destaca especialmente la sala del XIX, recientemente inaugurada. Además, Jesús Romero Montalbán, comisario del Bicentenario, ofreció una visita guiada por las naves del templo de San Juan Bautista. Una aproximación especial que estuvo cargada de detalles y anécdotas históricas en un espacio que precisamente cumple sus dos siglos de culminación. La excusa de la Noche Blanca también permitió conocer la iglesia del convento Jesús Nazareno, de visita más complicada al tratarse de un convento de clausura. En este caso fue Jesús Romero, director del Teatro Moderno, el encargado de hacer de cicerone. Todo ello antes de que la medianoche llegara y la noche de tiendas, tapeo y cultura tocara a su fin con el deseo de repetir una nueva Noche Blanca ya el 24 de agosto.