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Los 118 ocupantes murieron en un brutal impacto que desintegró el avión
Cinco policías españoles se unen al equipo que analiza los restos diseminados en un trozo de desierto de Malí como nueve campos de fútbol
MADRID. Actualizado: GuardarLa fuerza multinacional de rescate tardó 24 horas en localizar y alcanzar el punto del desierto maliense en el que en la madrugada del jueves se estrelló el McDonnell Douglas-83 de la empresa española Swiftair que realizaba para Air Algerie la ruta entre Uagadugú, la capital de Burkina Faso, y Argel. Sin embargo, la carrera contrarreloj de militares de Francia, Malí, Argelia, Niger y la ONU para dar con el avión con 118 ocupantes que, sobre las 3.55 horas (peninsular), desapareció de las pantallas de radar en mitad de una violenta tormenta se demostró, al final, inútil. Algo más de dos centenares de soldados comprobaron nada más llegar al paraje, un lugar de difícil acceso situado a unos 80 kilómetros de Gossi, una pequeña población de la provincia de Gao situada al este de Malí, que era imposible que hubiese un solo superviviente.
Como avanzaron horas después los análisis técnicos preliminares realizados por las autoridades francesas, la aeronave comercial, de 44 metros de largo y tripulada por seis españoles, tras un brutal impacto contra el suelo a escasos kilómetros de la frontera norte de Burkina Faso, se desintegró en decenas de miles de pedazos calcinados que quedaron diseminados por una superficie de unas nueve hectáreas, el terreno que ocupan aproximadamente unos nueve campos de fútbol.
Una caja negra localizada
El Gobierno francés indicó que pese a que deberán pasar meses antes de que el comité de expertos pueda perfilar la causa oficial de la tragedia, y nada puede descartarse del todo, no hay a día de hoy un solo elemento que apunte a que el siniestro se debió a un ataque terrorista y que la hipótesis inicial de trabajo es que la caída del aparato estuvo derivada de la fuerte tormenta en que se vio atrapado.
Los argumentos que desmienten el misil o la bomba son tres. El avión tuvo que estallar en su contacto con el suelo porque sus restos, de haber explotado a miles de metros de altura, no estarían esparcidos por centenares de metros -unos 300 por 300- sino a lo largo de kilómetros. El fuerte olor a queroseno también indica que los depósitos del aparato, casi llenos, deflagraron en tierra. Por último, el análisis policial de la lista de viajeros no ha desvelado ni una sola identidad que levantase sospechas.
El perímetro del siniestro está acordonado desde las primeras horas de ayer por la fuerza multinacional y los equipos técnicos que empezaron a llegar se afanan en la doble misión de asegurar las evidencias para la investigación del accidente e iniciar la recuperación de los cadáveres. Los soldados franceses localizaron una de las dos cajas negras del MD-83.
Hoy esta previsto que a la zona de la tragedia lleguen expertos en investigación de accidentes aéreos de los gobiernos francés y español, que se unirán a los aportados por Malí, Argelia y Burkina Faso. Junto a ellos lo harán 21 policías científicos franceses y otros cinco españoles que se centrarán en la muy compleja tarea de recuperación e identificación de los restos mortales del pasaje, muy fragmentados y diseminados, para que los cuerpos puedan ser repatriados cuanto antes.
Tanto las evidencias como los restos humanos serán trasladados inicialmente a Gao, la ciudad más cercana, ubicada a un centenar de kilómetros hacia el norte del lugar del siniestro, pero unida por pistas que requieren de muchas horas para llegar por carretera. Todos estos elementos serán luego trasladados a la capital, Bamako, en aviones de carga como el aportado por España.
El Gobierno francés, país al que pertenece casi la mitad del pasaje fallecido, elevó ayer el número de ocupantes del avión de los 116 que indicó Air Algerie el jueves a 118, porque señaló que los pasajeros no eran 110 sino 112. Los otros seis fallecidos son los dos pilotos y cuatro tripulantes de cabina españoles.
La misma fuente aumentó el número de viajeros franceses a 54. Entre los pasajeros que el jueves no pudieron ser identificados hay al menos un británico y una chilena, lo que extiende a 18 las nacionalidades de los ocupantes del trágico vuelo con destino a Argel.
Entre las víctimas mortales hay familias completas, una de ellas de diez miembros, que, en la mayoría de los casos, o bien regresaban tras unos días de vacaciones en Burkina Faso o eran residentes extranjeros en el país del golfo de Guinea que volaban hacia diversos países para pasar un período de descanso. El Rey de España y el presidente del Gobierno transmitieron ayer sentidos mensaje de pésame a las familias de las víctimas.