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El pequeño Montazer, en el hospital Shifa de Gaza. :: M. A.
MUNDO

«Son unos criminales, sabían que eran niños»

M. AYESTARAN
GAZA.Actualizado:

Gaza es pequeña, pero las familias son enormes. Los Bakr son una de las mayores y vive horas de profundo dolor después de que el miércoles por la tarde Israel matara a cuatro de sus miembros. Ahed, Zakariya, Mohammad e Ismail jugaban al fútbol en la playa como cada tarde junto a los botes de pesca de sus padres, pero nunca regresaron a casa. «Primero escuché las explosiones e inmediatamente dijeron en las noticias que las víctimas eran de nuestra familia. Sin perder un segundo salí volando al hospital y allí estaba, allí tenían a Zakariya, muerto», recuerda emocionada Sharifa, que perdió a uno de sus pequeños, pero le queda el consuelo de que Montazer, el único superviviente y también hijo suyo, será pronto dado de alta. «¡Son unos criminales, sabían que eran niños, sabían que eran niños y los mataron!», grita exaltada mientras la gente más cercana trata de calmarla.

No es el tradicional velatorio que se prepara en estos casos porque en Gaza no se hacen velatorios públicos hasta que terminan las ofensivas de Israel. Entonces es el momento de llorar a los muertos, que ya son más de 220 desde el inicio de la operación 'Margen protector', la mayor parte civiles, según la base de datos de Naciones Unidas.

Los vecinos y amigos acuden al domicilio de Sharifa donde han preparado una veintena de sillas para recibir visitas. La hermana de la anfitriona maldice a Israel y pide a las milicias «que sigan lanzando todos los cohetes que tengan y lo más lejos posible, ellos sólo entienden una respuesta fuerte, de lo contrario nunca retroceden». Un grito de rabia en el seno de una familia ligada tradicionalmente a Fatah y opuesta a Hamás, por eso los niños fueron enterrados cubiertos con las banderas amarillas de esta facción palestina. La televisión informa del alto el fuego humanitario de cinco horas, pero esta tregua ha llegado muy tarde.

De la humilde casa pegada a la playa al hospital Shifa hay apenas unos minutos caminando. En la segunda planta Montazer, con el brazo escayolado, responde y asegura que «no fueron dos proyectiles, sino tres». «Después del primero fuimos a intentar ayudar a los heridos y cayó el segundo, salimos corriendo y en nuestra huida volvieron a disparar», relata este niño de diez años desde la cama. Le acompaña su padre, pescador, al que no le salen las palabras cuando se le pregunta por lo ocurrido. En Gaza mueren decenas de civiles cada día, pero cuando son menores la impotencia es mayor.