Crónica del desarraigo
Actualizado:Días atrás la Asociación Cultural Puerta del Sol de Medina Sidonia llevó a cabo la presentación de su última publicación. Crónica del Desarraigo es un libro que trata de rendir merecido homenaje a todos los asidonenses que durante los años sesenta y setenta del pasado siglo, como casi otros dos millones de españoles, demostraron el arrojo de abandonar familia y tierra en busca de la salida laboral que aquí no encontraban.
He tenido el honor y la satisfacción de ser el autor de este emotivo trabajo. En el transcurso de casi un año me he dedicado a entrevistar a los protagonistas aún vivos de aquella aventura, así como a las viudas e hijos de los ya fallecidos. Todos ellos me han hecho partícipe de sus vivencias y han puesto en mis manos fotos y documentos de la época. A partir de tan entrañable material he podido reconstruir aquellos años a fin de que su esfuerzo permanezca para siempre en el recuerdo de las generaciones venideras.
También he dedicado el último capítulo del libro a los jóvenes asidonenses a los que, como a otros tantos cientos de miles de compatriotas, la carcoma del paro juvenil de nuestra economía está poniendo de nuevo en fuga. Ese picudo rojo que se ceba en los brotes tiernos de la pirámide poblacional. En unos pocos años hemos pasado de ser una tierra de oportunidades para millones de inmigrantes a sufrir de nuevo la hemorragia de la emigración de nuestra gente.
Ahora escucho voces quejosas sobre el trato que reciben los nuestros en los diferentes países de acogida. Escucho hablar de explotación laboral y de sueldos de subsistencia. Voces que exigen un respeto como personas para todos aquellos que viajan con la única voluntad de trabajar honradamente. Pero estas voces totalmente autorizadas se me confunden con otras que escuché en los años en que fuimos receptores de mano de obra. Voces que clamaban contra estos parias que eran vistos como parásitos de nuestro sistema de bienestar. Demostramos que la del respeto humano era una lección que, pese a haberla sentido en nuestras carnes, no habíamos terminado de aprender. Y ahora, nuevamente, estamos exigiendo ese respeto que les negamos a quienes llegaron hasta nosotros con la intención de escapar a la pobreza y el hambre.
Los seres humanos, ante todo, necesitamos que se nos reconozca como personas.