El castigo a Gaza espolea los cohetes de Hamás
Bombardeos cada pocos minutos matan a medio centenar de palestinos mientras los proyectiles de Hamás llegan al corazón de Israel
Actualizado: GuardarBenjamín Netanyahu anunció el martes, pocas horas después del comienzo de la operación 'Margen protector' contra Gaza, que la ofensiva no terminaría mientras siguieran cayendo cohetes palestinos en territorio israelí. Cuando los bombardeos desde el mar y el aire sacuden ya cada pocos minutos la Franja, podría decirse que la redoblada intensidad del castigo a la población civil con el declarado objetivo de combatir el terrorismo da alas a los proyectiles lanzados por Hamás y Yihad Islámica.
La 'Cúpula de hierro', el sistema defensivo ideado y fabricado en Israel y generosamente financiado por la Casa Blanca, no conoce estos días un momento de descanso. Sólo durante la jornada de ayer, las milicias palestinas lanzaron medio centenar de proyectiles contra ciudades del sur de Israel, pero también se aventuraron hasta Hadera, a casi 100 kilómetros del límite de la Franja, además de activar las alarmas antiaéreas de Tel Aviv, la tercera ciudad del país, a 70 kilómetros, y Jerusalén, a ochenta, como ya había ocurrido la víspera. De los 48 disparos efectuados desde Gaza, la 'Cúpula de hierro' interceptó catorce. El resto cayó en zonas deshabitadas sin causar heridos ni daños de importancia.
En la operación más audaz de la jornada, dos cohetes cayeron en las proximidades de la localidad meridional de Dimona, que alberga el principal centro nuclear israelí, comunicó el Ejército a través de las redes sociales. Los proyectiles, lanzados al caer la noche, fueron tres, pero uno de ellos fue interceptado por la defensa antiaérea. Las Brigadas Azedín al-Qasam, brazo armado de Hamás, reivindicaron el ataque en un comunicado y aseguraron que dispararon tres cohetes clase M-75 contra la población del desierto del Neguev. Israel tiene dos reactores nucleares, el de Dimona, subterráneo, y el de Naha Sorek, cercano a Jerusalén, que el martes interrumpió su actividad por la amenaza de los cohetes.
Avenidas comerciales
Se comprende así la preocupación de las autoridades israelíes por la persistencia de un peligro que activa las alarmas antiaéreas y genera inquietas llamadas a los programas de radio, en los que los ciudadanos se preguntan si la entrada del primer ministro en una nueva contienda dispone de una estrategia de salida o cuánto durará la operación. Pero también es cierto que en las avenidas comerciales de Tel Aviv, por ejemplo, la vida continúa con escasas alteraciones, las tiendas permanecen abiertas, el tráfico continúa caótico y la Bolsa cierra ligeramente al alza.
En Gaza la situación es otra. El escenario de la tercera operación bélica israelí contra Hamás con Netanyahu como primer ministro muestra un paisaje de calles desiertas y casas destruidas por las 400 toneladas de bombas que lanzó el Ejército israelí sólo en las primeras 36 horas de ofensiva. Hasta las últimas horas de anoche, los bombardeos habían matado a 51 palestinos, entre ellos varios niños, y herido a más de 450. Según los responsables de Salud de Gaza citados por varias agencias, durante la jornada de ayer la ofensiva israelí produjo 22 víctimas mortales, entre las que figuran seis mujeres y nueve niños. Otros dos menores se encontraban desaparecidos después de un ataque al campo de refugiados de Al-Maghazi, en el que murieron tres miembros de una misma familia. Entre los caídos estos dos días en la población palestina figuran también varios integrantes de Hamás y Yihad Islámica, atacados en sus viviendas familiares o cuando viajaban en vehículos por la Franja.
Con dos jornadas de enfrentamiento a punto de cumplirse, las dos partes volvían, siquiera por un momento, los ojos a la comunidad internacional. El primer ministro israelí, que se dejó ver en la sala de mando junto a responsables de su Ejército, habló por teléfono con el secretario general de la ONU, la canciller Angela Merkel y el secretario de Estado de EE UU, John Kerry, para reiterar que no descansará hasta terminar con el lanzamiento de cohetes desde Gaza.
Desde las filas palestinas, el presidente Mahmud Abás habló de «genocidio» israelí en la Franja y apeló a una intervención internacional que detenga la operación militar de Tel Aviv. Recibió una solidaridad retórica de Washington, preocupado por la «seguridad» de los civiles de ambos lados pero empeñado en subrayar que ningún país puede vivir «bajo los disparos de cohetes».