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CARTAS DE LOS LECTORES

También lo malo

LUIS REQUENA.
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Se ha acabado el tiempo en el que la Iglesia ocultaba sus pecados. Ahora, no solo los ataja con firmeza por las vías jurídicas, sino que se atreve a reconocerlos en el ámbito público. El cambio de actitud hacia todo tipo de actos delictivos no implica que antes se admitiesen, pero sí que ahora se reconocen. El efecto no puede ser más positivo: junto a la transparencia se genera la impresión de que el que comete delitos no quedará impune. Y, además, se muestra como estos desgraciados casos son solo uno entre las miles de buenas noticias que se generan en el entorno. La Iglesia, que siempre cuenta lo bueno, también cuenta lo malo.