Editorial

El panteón de marinos ilustres

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San Fernando, nuestra Isla de León, será el primer lugar de Andalucía que Felipe VI visite como Rey. Lo hará el próximo viernes, en el poblado militar de San Carlos, para hacer entrega de los Despachos de Empleo a la LXXV promoción de Suboficiales de la Armada. El acto se desarrollará a la sombra de ese magnífico edificio neoclásico, el Panteón de Marinos Ilustres, que guarda grandes retazos de la memoria histórica y científica de nuestro país. Allí reposan los restos de muchos de aquellos que, como reza en el motivo de su construcción, alcanzaron el reconocimiento y la gloria por su ejemplo de bizarría en el campo de batalla, cultivando las letras o desarrollando las ciencias. Dos cañones del barco de guerra más grande de su época, el Santísima Trinidad, flaquean la entrada al inmenso mausoleo que guarda las tumbas de los marinos, las lápidas recordatorias de los ilustres que murieron lejos y cuyos restos no pudieron ser recuperados o la Nava del Cenotafio, dedicada a todos aquellos que quedaron para siempre en el mar. Junto a la memoria de los héroes de Trafalgar, Gravina, Uriarte, Valdés, Churruca, la de Colón, Magallanes, Blas de Lezo, Álvaro de Bazán, Villamil, Cervera, Liniers, Ruiz de Apodaca y de tantos otros que resulta imposible nombrar en estas breves líneas. La tumba de Alcalá Galiano nos trae a la memoria una de las expediciones científicas más importantes de la historia, la de Malaspina; la de Jorge Juan, su aventura, junto a Antonio de Ulloa, que culminó con la medición del grado del Meridiano allá en la Ciudad Mitad del Mundo, en el lejano Ecuador; la de Villavicencio, el asedio de Cádiz mientras se redactaba nuestra primera Constitución. Recorriendo las naves del Panteón, recordamos también a Juan de la Cosa, el mejor cartógrafo de su momento o al marqués de la Ensenada, aquel que hizo posible la creación del Real Colegio de Cirugía de la Armada de Cádiz. Momentos brillantes de nuestra historia que se nos hacen presentes en el homenaje póstumo de aquellos que contribuyeron a hacerlos posibles. El Panteón de Marinos Ilustres es uno de esos lugares que todo gaditano debiera conocer y, si alguien aún no lo ha visitado, es una asignatura pendiente muy fácil de superar.