Los yihadistas copian los métodos talibanes
El Ejército Islámico aplica su modelo de destrucción de ídolos y templos para borrar cualquier rastro del pasado
Actualizado:Un mes bajo el control del Estado Islámico (EI) ha borrado siglos de historia en Nínive, provincia del norte de Irak. El grupo radical está dispuesto a acabar por la fuerza con el pasado del lugar donde ha instaurado el califato y habría destruido varios santuarios y templos en la zona y retirado las cruces de las catedrales de Mosul, según las imágenes difundidas por ellos mismos a través de las redes sociales y testigos citados por diferentes agencias internacionales. El EI distribuyó varias fotografías acompañando a un comunicado titulado 'Destrucción de santuarios y estatuas en Nínive' en las que se aprecia a excavadoras derribando templos suníes y sufíes y santuarios chiíes saltando por los aires a base de cargas explosivas. Trece años después de que los talibanes dinamitaran las estatuas de los budas gigantes en Bamyan (Afganistán), Irak revive escenas similares.
El grupo aplica la misma interpretación ultraortodoxa del Islam que impone desde abril en las zonas que tiene bajo su control en Siria y uno de los pilares del nuevo sistema es la destrucción de los «falsos ídolos», como recoge uno de los puntos de la instauración del califato, en vigor desde el 29 de junio desde la provincia siria de Alepo (norte) a la iraquí de Diyala (este). Hasta el momento, según el balance de la agencia Iraqi News citando a fuentes de seguridad, cuatro templos suníes y sufíes han sido destruidos, además de seis mezquitas y santuarios chiíes y la tumba del profeta Jonás, que se encuentra en Mosul, fue saqueada durante los primeros días de control islamista. A esta lista hay que sumar la destrucción de las estatuas del músico y compositor del siglos XIX, Othman al-Mousuli y del poeta de la era abásida Abu Tammam.
La minoría cristiana también está en la lista de objetivos del EI. La mayor parte de la comunidad ha emigrado a las zonas bajo el control de los Peshmerga (fuerzas kurdas) y las catedrales caldea y sirio ortodoxa de Mosul están ocupadas por los milicianos, según vecinos entrevistados por la agencia AFP que aseguran que los islamistas han retirado las cruces de unos templos en los que han izado las banderas negras de la guerra santa.
«Limpieza religiosa»
«Estamos ante una situación de auténtica limpieza religiosa por parte del EI. Por lo que hemos visto hasta ahora son más duros de lo que fue Al-Qaida en 2006 y tienen una forma de actuar muy clara. Chiíes, cristianos y suníes que nos les juran fidelidad están obligados a escapar o se enfrentan a la muerte», denuncia Salama al-Jafaiyi, directora de la Comisión de Derechos Humanos de Irak a donde cada día llegan «cientos de denuncias», confiesa Al-Jafairy en su oficina de la Zona Verde de Bagdad.
El próximo objetivo podría ser el Museo de Mosul, ya ocupado por unos islamistas que, como han demostrado en Siria, pese a tener la orden de destruir "falsos ídolos", no pierden la oportunidad de comerciar con los tesoros arqueológicos. Este museo ya fue saqueado tras la invasión de Estados Unidos en 2003, pero después de más de una década de trabajo las autoridades habían logrado recuperar buena parte de la colección y estaba a punto de reabrir sus puertas.
El EI consolida su presencia en las provincias de Al Anbar, Nínive, Kirkuk, Saladino y Diyala y sus hombres son la punta de lanza de una ofensiva contra el gobierno central que amenaza con llevar la lucha armada a las calles de Bagdad. De momento el Ejército, los voluntarios que han acudido a la llamada a filas tras la fatua del Gran Ayatolá Sistani y, sobre todo, las milicias chiíes aseguran Bagdad. Ni la presión yihadista, ni la internacional, ni la religiosa son capaces de lograr que los diputados iraquíes antepongan el interés nacional a los suyos propios y la segunda reunión del parlamento tuvo que ser pospuesta hasta el 12 de agosto por la falta de acuerdo. El primer ministro interino, Nuri Al Maliki, insiste en repetir mandato por tercera vez consecutiva, pero se enfrenta a la oposición frontal de suníes y kurdos que piden su cabeza como paso previo a un acuerdo nacional que ayude a superar la actual crisis.
Maliki ganó las elecciones del 30 de abril, pero semanas después se produjo el alzamiento suní liderado por el Estado Islámico, que ha afectado directamente a la credibilidad de un dirigente que, además de primer ministro, era el responsable de los ministerios de Defensa e Interior, las dos instituciones más cuestionadas tras la huida del Ejército de Mosul y Tikrit sin oponer resistencia. El estancamiento político se ha contagiado al campo de batalla donde las fuerzas de Bagdad son incapaces de avanzar en Tikrit, ciudad natal de Sadam Husein situada 160 kilómetros al norte de la capital, de donde tratan de expulsar a los milicianos del EI desde hace casi dos semanas.