Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
Dos hombres conversan junto a un cartel en una calle de Maiduguri en el que se ofrece una recompensa por el líder de Boko Haram. :: REUTERS
MUNDO

El irresistible encanto de ser yihadista

La radicalización religiosa, la miseria, los problemas personales y la ignorancia definen al aspirante a guerrillero de Boko Haram

GERARDO ELORRIAGA
Actualizado:

No supera los treinta años, su formación académica es pobre y la religiosa tampoco resulta destacable, quizás ha crecido en una familia desestructurada y, posiblemente, frecuentó locales semiclandestinos donde exaltados predicadores le inculcaron la necesidad de responder con las armas a las demandas de su fe. La Fundación CLEEN ha dibujado el perfil del miembro de la organización Jama'atu Ahlis Sunnah Lidda'awati Aal Jihad, más conocida como Boko Haram. Un reciente estudio de esta entidad nigeriana sin ánimo de lucro, creada hace más de quince años y especializada en cuestiones de derechos humanos, pretende explicar las claves de su capacidad para atraer adeptos, circunstancia que sorprende aún más que la facultad para sembrar el terror por el norte del país africano.

La irrupción del islamismo yihadista no es un fenómeno nuevo. Durante la década de los ochenta, el precedente de Muhammadu Marwa, más conocido como Maitatsine o 'el que condena', también implicó una sucesión de enfrentamientos con los cuerpos de seguridad saldados con miles de muertos. Pero esta nueva versión se apoya en cambios sociológicos y elementos estructurales realmente perturbadores. La ola neoconservadora constituye un factor esencial, a juicio del estudio, que refleja que las nuevas generaciones han asumido un mayor rigor en sus creencias e, incluso, que una importante minoría está dispuesta a recurrir a la violencia cuando, a su juicio, requieren defensa.

Esa radicalización, que intensifica la práctica religiosa de sus progenitores, se sitúa en un escenario tan propicio como el norte de Nigeria, el más pobre de todo el país. Las tasas de analfabetismo superan el 50% e, incluso, llegan al 60% en el Estado de Sokoto, lo que las sitúa entre las más altas del mundo. Las consecuencias son abrumadoras. El desconocimiento del inglés, lengua oficial, aísla a numerosas comunidades y dificulta su inserción en las corrientes de modernidad y progreso.

La ignorancia también afecta dramáticamente al plano de la fe. Cristianos y musulmanes carecen de conocimientos precisos de sus respectivas doctrinas y se convierten en presa fácil de la multitud de sectas, de una y otra confesión, que proliferan en Nigeria. Según las conclusiones del análisis, la aparición de clérigos que difunden su particular interpretación del Corán sin la supervisión del Consejo de Ulemas ha favorecido la expansión de las visiones extremistas entre fieles con más entusiasmo que bagaje teológico.

La pobreza también influye decisivamente en el reclutamiento de jóvenes susceptibles de caer en el fanatismo. La sublevación de Maiduguri, antesala del conflicto, se produjo en los barrios más miserables y no incidió en aquellos acomodados. Nigeria es un país contradictorio, tal y como reflejan los balances de la Oficina Nacional de Estadísticas. Tras la nefasta dictadura de Abacha, la recuperación de la democracia en el país, obtenida con el nuevo siglo, no ha supuesto una mejora de las condiciones de vida para la mayoría.

Una bomba de relojería

Al contrario de la ansiada prosperidad, el porcentaje de población pasó del 54,7% en 2004 al 67% en 2013, lo que convierte al Estado más rico de África en una bomba de relojería con 112 millones de individuos que subsisten en condiciones miserables. Las diferencias internas también son abrumadoras. El paro supera fácilmente el 35% de la población activa en el norte, mientras que no llega al 10% en las zonas más prósperas como la metrópoli de Lagos, según cifras oficiales.

La situación en los territorios septentrionales recuerda al paisaje mafioso. El dibujo de la Fundación CLEEN habla de una atmósfera de miedo, donde la gente calla y, ya habitualmente, paga para no convertirse en un blanco evidente. El elevado absentismo escolar permite que niños de entre 9 y 15 años sean fácilmente reclutados para el transporte de armas, conseguir información de objetivos, ocultar armas tras los ataques, y, una vez entrenados, participen en el incendio de escuelas. El miedo y la destrucción de 6.000 aulas anticipan el colapso del sistema de enseñanza en amplias regiones.

La última década se antoja perdida para la concordia nacional. El primer protagonismo del Movimiento para la Emancipación del Níger, que incluso fomentó la piratería en las costas meridionales, ha dado paso a una estela de grupos armados bajo la apariencia de autodefensas étnicas o formaciones con reclamo religioso entre los que sobresale Boko Haram. El informe también apunta la estrategia táctica de Abubakar Shekau, el líder de la secta, partidario de descentralizarla y diversificar las formas de lucha, desde el atentado selectivo al indiscriminado mediante bombas en espacios públicos urbanos, o de acometer ataques masivos y continuos contra localidades rurales para impulsar la marcha de sus moradores.

La urgente necesidad de implementar planes de desarrollo con medidas que promuevan la formación y el empleo, además de generosos programas que fomenten el arrepentimiento y la reinserción de yihadistas, contrasta con la realidad en el norte de Nigeria, sumida en una profunda crisis. A las habituales carencias energéticas, se ha sumado la deslocalización fabril instigada por la violencia, la destrucción de infraestructuras, el cierre de fronteras y la emigración de cristianos. La limpieza étnica afecta sobremanera al sur del Estado de Borno, habitado por agricultores llegados del sur y que se han convertido en objetivo recurrente de la milicia.

La espiral de ataques guerrilleros y represión militar, sobre todo en Maiduguri, alentó lecturas desde los medios de comunicación locales que hablaban de un resentimiento de la población ante los abusos de los cuerpos de seguridad. Curiosamente, la Fundación CLEEN no cree que este sea un factor relevante, y achaca la convicción a causas más estructurales, suma de religión y problemas personales, como los derivados de hogares desestructurados y falta de referentes paterno, otra lacra muy extendida. Una encuesta entre 144 detenidos de la organización a lo largo del pasado año evidenciaba cierta conclusión devastadora que explica, en última instancia, el éxito de la insurrección. A pesar de su juventud, todos los reos estaban dispuestos tanto a matar como a morir por la causa.