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La manifestación del Orgullo Gay discurre por el centro de Madrid. :: PIERRE-PHILIPPE MARCOU / AFP
Sociedad

La marea arcoíris inunda Madrid

Miles de personas desfilan en el Orgullo Gay entre la diversión y la reivindicación de los derechos del colectivo en todo el mundo

M. L.
MADRID.Actualizado:

Decenas de miles de personas inundaron en la tarde del sábado el corazón de Madrid en una marea arcoíris que conjugó la diversión y la reivindicación. El festivo acto central las fiestas del Orgullo Gay arrancó sin incidentes para afrontar un recorrido de más de tres horas que la multicolor multitud necesitaba para cubrir la distancia entre las glorieta de Atocha y la Plaza de Colón, donde se cerró la marcha con la lectura del manifiesto.

Los miles y miles de participantes -los organizadores aspiraban a reunir a un millón de personas- habían sido convocados por cincuenta organizaciones sociales que hicieron desfilar por la principal arteria de la capital más de treinta carrozas. 'Nos manifestamos por quienes no pueden' era el lema del multitudinario evento en el que lo lúdico se alió con lo reivindicativo, en defensa de quienes todavía en más de 80 países del mundo sufren acoso y persecución a causa de de su orientación sexual.

La jornada, un clásico en el calendario festivo de la capital, es según sus organizadores, «la fiesta de la diversidad más grande de Europa». Pero este año se ha visto envuelta en la polémica, ya que el Ayuntamiento de Madrid ha impuesto unas restricciones inéditas sobre el recorrido y el volumen de las actividades, lo que impidió celebrar el tradicional concierto de la Plaza de Chuca tras el pregón de Conchita Wurst y Ruth Lorenzo. De hecho, en el desfile se vieron a personas disfrazadas de Conchita Wurst, y a otras de toreros o de gladiadores.

Durante la marcha se sucedieron los gritos contra la alcaldesa de Madrid Ana Botella, y la delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes. Horas antes de su inicio Cifuentes afirmó que el desfile tiene una naturaleza distinta al resto de manifestaciones, asegurando que «existen dudas de que este tipo de acontecimientos entren dentro del derecho de reunión».