Las rebajas del Tío Paco
Actualizado:Hubo un tiempo -no se alarme, no hace tanto- en el que las rebajas marcaban el inicio del verano. Incluso marcaban las rebajas los tiempos concretos de apertura y cierre del monedero. «Ya me espero para las rebajas»; «lo miraré en las rebajas», decíamos desde mediados de mayo alimentando al mismo tiempo a la realidad y al deseo. Pero luego, en el tiempo de las vacas gordas, cuando todos fuimos ricos, las rebajas se convirtieron en algo así como el Día de la Banderita, un acto vacío y puramente social. Íbamos de rebajas como un esnobismo, no para buscar lo que necesitábamos, sino para encontrar esa ganga maravillosa que daría envidia a nuestras amigas y que posiblemente saldría del armario en dirección al comedor de Dora -ponga aquí cualquier sitio donde aún recojan ropa- con la etiqueta todavía puesta. Es lo que tiene haber vivido en la mente de la lechera, que andábamos vendiendo la piel del oso antes de cazarla. Pero bueno, para eso tenemos al tío Paco y a sus rebajas, y a la crisis, que se ha convertido en la dueña y señora de todos los males de este país. Siempre fue bueno tener niños chicos en casa para echarle las culpas, pero es muchísimo mejor tener una crisis para justificar cualquier tipo de despropósito.
Por eso no tardamos en acostumbrarnos a vivir permanentemente en rebajas. Y no sólo porque el Real Decreto de medidas para garantizar la estabilidad presupuestaria y de fomento de la competitividad de Rajoy -ahora va a hacer dos años, cómo pasa el tiempo- estableciera aquel mamarracho de que se podía hacer rebajas durante toda la temporada, sino porque los recortes sólo sirvieron para abaratar, sinónimo de rebajar, nuestra vida. Nos rebajaron el sueldo, nos rebajaron -nos quitaron y aún no nos la han devuelto- las pagas, nos rebajaron los servicios públicos, nos rebajaron las ofertas de empleo público, nos rebajaron los derechos, nos rebajaron los ahorros. y nos dejaron un país en permanente saldo. Hasta la Junta de Andalucía saca a subasta parte de su monopoly a ver si consigue algún dinerillo. 'Sale & leaseback' lo llaman en fino, vender y realquilar diríamos nosotros, que cada vez vemos con más normalidad estos desmanes.
De aquellos barros vinieron estos lodos, no se crea. Y por mucho que ahora nos cuenten que también se ha rebajado el paro -quinientas ochenta y siete personas dicen las estadísticas que han encontrado trabajo en nuestra provincia, nadie sabe dónde-, cuesta creerlo después de que nuestro Ayuntamiento haya rebajado la cuarta parte de la plantilla de trabajadores en la delegación de Asuntos Sociales. Porque independientemente de que la culpa -esa culpa, que nunca es mea culpa- sea de la Junta de Andalucía, del Gobierno Central o del chachachá -que cantaba Gabinete Caligari-, e independientemente de que la ley de Administración Local impida asumir competencias que no le corresponden, lo cierto es que el trabajo de estas personas se quedará por hacer. Como tantas cosas.
Tiempo de rebajas. Tiempo de gangas. Tiempo de saldos. Tiempos de baratijas. Tiempos de liquidación. Así nos va.
Esta semana se presentaba en Cádiz uno de los candidatos a la secretaría general del PSOE, el más valorado por los socialistas gaditanos. Venía el hombre con ganas de agradecer a sus votantes y con ganas de vender su mercancía, no estaré en los despachos, estaré en la calle junto a mis votantes, seré uno más: «Vengo libre y sin mochila» -ese punto Cristo Vive resultó encantador. Habrá que escuchar a los demás, porque no uno, ni dos, sino tres -como las mantas de Ramonet, que también estaban siempre de rebajas- candidatos hay para el mismo puesto. A ver quién sale. De momento, Pedro Sánchez se ha dejado caer hablando de reindustrialización -¿reindustrialización?, jeje- de la Bahía como fuente y motor de la economía gaditana. En fin. Y también ha dado motivos para que los ciudadanos de a pie tengan algo más que prevenciones hacia su programa, porque a estas alturas, hablar de la ley de la memoria histórica, de educación para la ciudadanía, de estado laico y de la ley para la muerte digna, con los problemas que tiene la mayoría de los ciudadanos para llegar a fin de mes, me parece una auténtica frivolidad. Y bien que lo siento, porque si hay algo que me gustaría es ver un cambio político en el gobierno. Pero mucho me temo que no será así, porque, como casi siempre, la mejor campaña de imagen del PP se la hace el PSOE.
Destacó la líder de los socialistas gaditanos el «momento apasionante» que vive el partido, no sé si refiriéndose al descalabro de las últimas elecciones o al vértigo de medirse en unas generales con Podemos y toda la parafernalia del catequista Iglesias. Y alabó el «magnífico gesto» de Pedro Sánchez de retrasar su comparecencia por acudir a la barriada de La Paz a escuchar de primera mano a los vecinos y conocer lo que hace su partido «con aquellos que sufren pobreza energética y alimentaria» -lo de pobreza energética me ha parecido lo mejor-. Al final, como el Día de la Banderita, oiga. Que vaya el candidato a ver a los pobres energéticos y le hacemos una foto.
No lo puedo resistir, la verdad. Tan Berlanga no puede ser la realidad, ¿verdad? Lo único bueno de este tiempo del Tío Paco y sus rebajas es que este año han suprimido el espantoso Festival Aéreo. Ahora, a por las barbacoas.