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Once inicial en el debut mundialista de Bosnia Herzegovina ante Argentina./ archivo

Los niños que surgieron de la «tierra quemada»

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El Mundial de Brasil 2014 ha supuesto para la selección nacional de fútbol de Bosnia Herzegovina el debut en la fase final de una gran campeonato, el hito, ya en sí mismo histórico, alcanza tintes épicos si se tiene en cuenta la trágica historia de muchos de sus integrantes. Entre 1992 y 1995 Bosnia se desmembró sin remedio en un conflicto que sacudió Europa en plenas postrimerías del siglo XX, el Estado que había supuesto todo un ejemplo de convivencia entre bosniacos musulmanes, serbios ortodoxos y croatas católicos, el crisol que sintetizaba la esencia de Yugoslavia, se desangraba.

Por aquellos años Vedad Ibišević, Miralem Pjanić, Edin Džeko o Haris Medunjanin eran apenas unos niños; no obstante, sus vidas quedarían marcadas por un episodio histórico que arrasó la patria de sus padres. Hoy, en 2014, casi dos décadas después, todos ellos son internacionales por su país y tras rozar la clasificación para el Mundial de Sudáfrica 2010 y la Eurocopa de Polonia y Ucrania 2012, han conseguido clasificar brillantemente a Bosnia para Brasil, donde, a pesar de no conseguir el pase a octavos de final, firmaron la primera victoria mundialista de la reprezentacija bosnia ante Irán.

La familia de Ibišević dejó Vlasenica, su hogar, que entonces cayó en manos serbias, para desplazarse a Tuzla, el pequeño Vedad contaba entonces con 8 años de edad. En esa misma localidad nació otro gran héroe nacional, el centrocampista de la Roma Miralem Pjanić, sus padres se desplazaron a Luxemburgo para huir de un conflicto que acabó con la vida de gran parte de la familia. Por su parte, el célebre ariete del Manchester City Edin Džeko vivió en primera persona el sitio de Sarajevo, casi cuatro años de durísima existencia en lo que fue el asedio más duradero de la historia de la guerra moderna. Tras la destrucción de su casa en un bombardeo, se vió obligado vivir durante años en un piso que compartían quince personas, con el permanente miedo que los francotiradores serbios inspiraban. Hoy es una estrella del fútbol mundial y el jugador bosnio más conocido a nivel global. Por último, Medunjanin fue uno de tantos casos de refugiados bosnios en países de la Europa Central, su infancia transcurrió en Holanda pero jamás olvidó que él era bosnio.

Estos son sólo algunos de los casos paradigmáticos de una generación marcada por la tragedia, que ha crecido a la par que un país nuevo, que trata de olvidar el pasado y construir el ilusionante porvenir. El símbolo de que en tierra quemada vuelven a surgir frutos.