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Hong Kong sólo quiere votar

La excolonia británica reclama reformas democráticas al Gobierno chino y exige en las calles el sufragio universal

PABLO M. DÍEZ ENVIADO ESPECIAL
HONG KONG.Actualizado:

Nada mejor que el agua contra la resaca. Con vaso de cristal incluido, eso fue lo que algunos diputados de Hong Kong le lanzaron ayer a su jefe ejecutivo, Cy Leung, furiosos por la actuación policial tras la multitudinaria marcha que el martes recorrió el centro de la ciudad para reclamar el sufragio universal. Y es que 500 personas, la mayoría estudiantes universitarios, fueron arrestadas por protagonizar una sentada en el distrito financiero de Central y negarse a despejar la calzada a la hora ordenada por la Policía. A pesar de la resistencia de algunos manifestantes y sus forcejeos con los agentes, dicho desalojo fue a grandes rasgos tan pacífico como el resto de la marcha, pero ha encendido los ya de por sí caldeados ánimos en Hong Kong.

Con motivo del decimoséptimo aniversario de la devolución de la excolonia británica a China, más de medio millón de personas -100.000 según la Policía- inundaron el martes sus calles para reclamar plena democracia. Al margen de la exactitud de estas cifras, que una estimación independiente de la Universidad de Hong Kong sitúa en 172.000 asistentes, se trata de una de las protestas más masivas que ha vivido la ciudad desde 2003. Entonces, medio millón de personas se manifestaron contra una controvertida 'ley antisubversión' que había anunciado el autoritario régimen de Pekín, y que finalmente se vio obligado a retirar.

Aunque la efeméride carecía del simbolismo de una fecha redonda, lograba atraer a tan alto número de manifestantes por la especial tensión política que sufre esta rica ciudad de siete millones de habitantes, importante centro financiero y comercial de Asia. Durante las dos últimas semanas, casi 800.000 personas han votado en un referéndum no oficial sobre el sufragio universal en Hong Kong. Ante las demandas ciudadanas, Pekín ha prometido elecciones para 2017, pero entre una serie de candidatos designados por un comité afín, lo que ha enervado a los grupos prodemocráticos. Hasta ahora, el jefe ejecutivo de la ciudad es elegido por una serie de representantes de diversos sectores sociales y económicos, la mayoría dependientes del poder central en Pekín.

«Lo único que queremos es votar a nuestros dirigentes, porque ahora unos pocos deciden nuestro destino», se quejaba el martes una de las participantes en la marcha, Kay Lam, estudiante de 22 años de la Universidad Baptista de Hong Kong. Al igual que ella, miles de jóvenes se unían a la manifestación y muchos de ellos, como su compañera Louise Fu, lo hacían por primera vez en su vida. «Nuestros padres, y por lo general la gente más mayor, no han venido porque prefieren que haya estabilidad, pero lo que está haciendo el Gobierno de Hong Kong es distinto a lo que esperábamos y ahora hay menos libertad que hace 17 años», criticaba esta última.

Entre el medio millar de detenidos figura Vivian Yip, que pertenece a la Federación de Estudiantes de Hong Kong y estaba coordinando la sentada en Chatter Road, bajo los neones de las tiendas de lujo de Central, con la firme intención de desafiar a la Policía. A sus 22 años, esta alumna de Estudios Culturales de la Universidad de Lingnan no tenía miedo de acabar en el calabozo porque «hay que presionar al Gobierno para lograr el sufragio universal».

Un peligroso mensaje para el autoritario régimen de Pekín y para el jefe ejecutivo de Hong Kong, Cy Leung, que apuestan por la estabilidad política y social para mantener el desarrollo económico de la isla. «Solo asegurando la estabilidad de Hong Kong podemos conservar nuestra prosperidad y mejorar la vida de la gente», advirtió Cy Leung en su discurso sobre el aniversario de la devolución.

Más agresivo se mostraba el periódico 'Global Times', portavoz del Partido Comunista chino, al denunciar en una tribuna publicada el lunes que la votación por el sufragio universal era ilegal y recomendar a los hongkoneses que no acudieran a la marcha del 1 de julio. «Las fuerzas radicales opositoras de Hong Kong están tratando de construir un carro de batalla para que la gente se suba al mismo por decepción. Como su objetivo es el Gobierno central y toda la gente del país, es mejor no subirse a este carro», criticaba este periódico mientras la censura de internet en China bloqueaba la información sobre las protestas. Pero en Hong Kong, donde se respiran más libertades que en el resto del país, ya ha prendido la llama de la democracia contra el autoritarismo de Pekín.