Sarkozy denuncia la instrumentalización política de la justicia francesa
El expresidente concede la primera entrevista desde 2012 para clamar su inocencia tras ser imputado por corrupción
PARÍS.Actualizado:Nicolas Sarkozy denunció ayer «la instrumentalización política de la justicia» francesa. Colocar la pelota en el tejado del poder socialista fue el contraataque a su imputación judicial por corrupción y tráfico de influencias, cargos que tildó de «grotescos». El expresidente conservador clamó su inocencia con tono grave y victimista en su primera entrevista desde su derrota electoral en 2012 ante François Hollande. Salió al paso de un intento de «humillarme, impresionarme y difamarme». Pero dejó entreabierta la puerta a su retorno a la política activa porque «no soy un hombre que se desanime ante las vilezas y las manipulaciones políticas».
La entrevista radiotelevisada, emitida en el horario francés de máxima audiencia, rompió el silencio mediático que Sarkozy mantenía desde su salida del Elíseo hace dos años, sólo interrumpido por un par de artículos y breves mensajes en las redes sociales. El imputado por corrupción eligió para su reaparición dos medios privados propiedad de magnates íntimos amigos suyos, la cadena TF-1 y la emisora Europe-1. Ambas antenas repitieron el dispositivo ya utilizado el 4 de junio en una entrevista al presidente ruso Vladimir Putin, también grabada previamente.
«Todo se hace para dar una imagen de mí que no se ajusta a la realidad», deploró antes de apuntar que los franceses deben conocer y juzgar «las cosas que se están organizando». «Jamás he traicionado su confianza y jamás he cometido un acto contrario al Estado de derecho», aseveró. «Si he cometido faltas, asumiré las consecuencias. No soy un hombre que rehuya sus responsabilidades», dijo. «Ha llegado la hora de explicarme y tomar la palabra. Y la última noche que me fue reservada me ha convencido de la necesidad de hacerlo aquí y ahora», se justificó.
Sarkozy fue imputado ayer de madrugada tras permanecer quince horas a disposición de la Policía anticorrupción. Las juezas instructoras le inculparon de corrupción activa, tráfico de influencias y receptación de violación del secreto profesional. El delito más grave es el primero, penado con hasta diez años de prisión y multa de 150.000 euros. En caso de condena ese cargo puede conllevar la pena accesoria de inhabilitación para presentarse a las elecciones. Esa eventualidad pondría término a toda perspectiva de regreso del líder conservador al primer plano de la escena política.
Con los teléfonos pinchados durante seis meses, Sarkozy preguntó si es «normal haber sido escuchado tanto tiempo» y que el contenido parcial de las conversaciones haya sido difundido por la prensa. «Soy escuchado desde septiembre de 2013 por supuestos pagos absurdos de Gadafi en 2007. ¿Esperaban que Gadafi me telefoneara desde el más allá?», se quejó.
Valls, «mentiroso»
El líder conservador acusó de mentir al jefe del Gobierno, Manuel Valls, cuando era ministro del Interior, y a la titular de Justicia, Chistiane Taubira, por asegurar que no estaban al corriente del caso. También reprochó a Hollande una «explotación vergonzosa» de sus archivos oficiales que «han sido consultados sin que se me pida la autorización». A su juicio, el izquierdista Sindicato de la Magistratura, al que pertenece una de las instructoras de la causa, tiene «la obsesión política de destruirme».
Sarkozy, quien reconoció que podrá «tener mañana responsabilidades de oposición», declaró acerca de la presidencia de la UMP que «la cuestión de saber si renuncio no se me plantea». «Decidiré tras un tiempo de reflexión a finales de agosto o principios de septiembre», anunció. «No anticipemos la decisión. Amo con pasión a mi país», dijo.
La imputación le priva del control de su calendario político. La instrucción sumarial puede durar un año y medio de constante batalla judicial. De entrada complica la presentación de una candidatura a la presidencia de la UMP en un congreso programado por la formación de centroderecha el próximo 29 de noviembre. El gobierno del partido es el trampolín idóneo para organizar la reconquista del Elíseo en las presidenciales de 2017 y cortocircuitar las aspiraciones de sus rivales domésticos, los ex primeros ministros Alain Juppé y François Fillon.