El Parlamento celebra su primera reunión para poner en marcha un nuevo Gobierno
BAGDAD.Actualizado:La guerra sobre el terreno es un reflejo del enfrentamiento político entre las distintas fuerzas de Irak. El Parlamento celebra su primera sesión con el objetivo de elegir lo antes posible al presidente del país, de la Cámara y al primer ministro, pero la tarea se presenta complicada. La figura de Nuri al-Maliki -ganador de las elecciones del 30 de abril por una mayoría amplia, pero no suficiente para gobernar en solitario- ha sufrido un gran desgaste desde el alzamiento suní de comienzos de mes. Además de primer ministro, Al-Maliki es responsable de las carteras de Defensa, Interior y encargado de los servicios de inteligencia, tres órganos que han fallado de forma estrepitosa a la hora de prevenir el colapso del Ejército.
«Somos conscientes de la presión, pero vamos a necesitar tiempo. Creo que el presidente del país y de la Cámara pueden salir con rapidez, pero el puesto de primer ministro no, y la complicada situación de seguridad no hace sino acrecentar el desacuerdo», señala Ali al-Atawani, miembro del Consejo Supremo Islámico (CSI) que lidera el clérigo Ammar al-Hakim. Además de la falta de apoyo de suníes y kurdos, que le acusan de practicar una política centrada en la defensa de los intereses de la comunidad chií, los propios chiíes tampoco respaldan a Al-Maliki y tanto los 'sadristas', formación del clérigo Muqtada al-Sadr, como el CSI, piensan que «no puede seguir porque es el principal factor de la grave fractura sectaria y étnica del país, es necesario dar seguridad a los suníes y pactar con los kurdos», piensa Al-Atawani.
Según una regla no escrita, la presidencia iraquí la ocupa un kurdo, la del Parlamento un suní y el jefe de Gobierno es chií, rama del islam mayoritaria en Irak con un 60% de la población. Tras las elecciones de 2010 se tardó nueve meses en formar gobierno, pero esta vez las circunstancias son diferentes debido a la amenaza del Estado Islámico. Irak busca un candidato de consenso entre el chiismo y los nombres que más suenan son Ahmed Chalabi, ex primer ministro y hombre de confianza de los estadounidenses antes e inmediatamente después de la invasión; el vicepresidente Adel Abdul Mehdi, miembro del Consejo Supremo Islámico; e Ibrahim al-Yafari, primer ministro entre 2005 y 2006. Entre ellos puede estar la figura capaz de relevar a Al-Maliki, que se aferra a sus votos para no ceder el mando.