Muchos jóvenes chiíes se han unido al Ejército iraquí para luchar contra los 'yihadistas'. :: REUTERS
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Sistani también pide un Gobierno de urgencia para frenar a los 'yihadistas'

La máxima autoridad religiosa chií añade más presión sobre Al-Maliki, que se aferra a los resultados electorales para justificar su negativa

BAGDAD. Actualizado: Guardar
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Imposible dar un paso en la calle central del barrio de Ciudad Sadr de Bagdad. Miles de fieles siguen la oración del viernes en plena calle, sentados en alfombras sobre el mismo asfalto y protegiéndose del sol con sombrillas de playa y paraguas. A diferencia de la semana anterior no es momento para desfiles militares, se tiene un oído en el discurso sobre el ramadán -que empieza mañana- y otro en lo que llega desde Karbala, donde se leen los comunicados del Gran Ayatolá Sistani.

La máxima autoridad religiosa de Irak empleó de nuevo el rezo del viernes para trasladar su mensaje político y añadió presión sobre Nuri al-Maliki al pedir un acuerdo de urgencia para la elección del nuevo primer ministro, presidente y portavoz del Parlamento antes de la primera reunión de la nueva cámara, prevista para el martes. Sistani no quiere que se repita el vacío de poder de 2010 -cuando los políticos necesitaron nueve meses para formar Gobierno- en un momento marcado por el avance del grupo 'yihadista' Estado Islámico de Irak y Levante (EIIL), que desde comienzo de mes se ha hecho con el control de un tercio de Irak ante la impotencia de Bagdad.

Es la segunda vez que el líder religioso chií apunta a un Al-Maliki que se aferra a su sillón y se niega a formar «un Gobierno de coalición nacional», porque defiende que se formará uno a partir de los resultados de las elecciones «democráticas» celebradas el pasado abril y que ganó por holgada mayoría, aunque no suficiente para gobernar en solitario. Sistani alertó del riesgo de la «división de Irak» en tres partes si los dirigentes no llegan a acuerdos de forma urgente. Esta división ya es una realidad y los máximos representantes son los kurdos quienes, aprovechando la lucha entre árabes suníes y chiíes, han ampliado sus fronteras hasta las zonas en disputa con Bagdad, incluyendo la ciudad petrolera de Kirkuk cuya pertenencia a la Región Autónoma del Kurdistán es «un tema zanjado», según el presidente regional Masud Barzani.

La palabra de Sistani es «la más importante para la seguridad del país. Si ha enviado estos mensajes urgiendo a la elección del nuevo primer ministro y llamando a los jóvenes a tomar las armas es porque ha visto que el Gobierno es débil e incapaz de hacer frente a la amenaza terrorista», opina el jeque Yasim al-Jazairi al final de la oración en la principal mezquita de la calle Palestina de Bagdad, a las puertas de Ciudad Sadr.

Los chiíes han reactivado a sus milicias y miles de voluntarios llenan los centros de entrenamiento en un intento desesperado por llenar el vacío dejado por la evaporación del Ejército de las provincias con presencia del EIIL.Alí Sistani es el único religioso con estatus de marja'taghlid (fuente de ejemplo) dentro de esta secta mayoritaria en Irak e Irán. Sus intervenciones han resultado decisivas desde la invasión de Estados Unidos para el control de la parte del país chií y desde el estallido del levantamiento suní liderado por el EIIL ha aprovechado cada viernes para lanzar mensajes directos a los dirigentes políticos, especialmente a Nuri al-Maliki, aunque no ha pronunciado nunca nombres.

El primer ministro asegura en sus últimas intervenciones que el Ejército ha superado «el trauma» de comienzos de mes y ha recuperado la iniciativa en el campo de batalla. Tikrit, ciudad natal de Sadam Husein situada 130 kilómetros al norte de Bagdad, ha sido escenario en las últimas horas de operaciones de las fuerzas especiales que han transportado tropas en helicópteros para combatir al EIIL. Una estrategia similar a la empleada para defender la refinería de Baiji, la más importante del país y en disputa desde hace dos semanas. El Gobierno también trata de llegar a acuerdos con las tribus de las zonas suníes para frenar el avance de la insurgencia, pero estos pactos llegan demasiado tarde.

El Gobierno apuesta por la vía militar para recuperar el territorio perdido y los combates también llegaron a la ciudad norteña de Qaraqosh, de la que 10.000 personas huyeron de los bombardeos, según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados.