Absuelto por falta de pruebas el único etarra acusado de asesinar al edil Isaías Carrasco

El 7 de marzo de 2008 la localidad guipuzcoana de Arrasate-Mondragón se sobresaltó, a plena luz del día, con el asesinato del concejal socialista Isaías Carrasco, que recibió cinco tiros a bocajarro a escasos metros de su casa, cuando se dirigía a trabajar, en una cabina del peaje de una autopista cercana. Era el último día de campaña de las generales de ese año y ETA utilizó a un «objetivo fácil», sin escolta, para dejar otra mancha en su sangriento historial.

Isaías, de 42 años, casado y con tres hijos, logró salir de su vehículo tras recibir los disparos y se desplomó en medio de la calle. Su familia y sus vecinos escucharon los tiros y bajaron a socorrerle. Pero fallecería posteriormente en el hospital.

Seis años y tres meses después de aquel asesinato, sigue sin conocerse qué individuo «alto», con barba postiza y un pasamontañas negro acabó con la vida de este «hombre del pueblo», un obrero que defendía las «ideas socialistas» en un clima político adverso. Ayer el tribunal de la Audiencia Nacional que juzgó al único acusado de ser el ejecutor material del crimen, el etarra Beinat Aginagalde, sentenció que no ha quedado acreditada su autoría.

El fallo tiró por la borda el sumario del entonces instructor Fernando Grande-Marlaska, hoy presidente de la Sala de lo Penal, y del fiscal Luis Barroso, que defendió en la vista oral una pena de 32 años de prisión para el procesado. Los jueces de la sección tercera consideraron que los dos únicas pruebas de cargo, el testimonio de dos testigos protegidos del crimen, eran «insuficientes». Además, desestimaron los 600.000 euros de indemnización a la familia de Carrasco. El absuelto está en prisión, procesado por otro asesinato.