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La condena por escuchas de su exasesor fuerza la disculpa pública de Cameron
El jurado del caso del espionaje desde los periódicos de Murdoch considera a Andy Coulson único culpable y absuelve a Rebekah Brooks
LONDRES. Actualizado: GuardarDavid Cameron pidió ayer disculpas a los británicos por haber nombrado como director de comunicaciones del Gobierno al experiodista Andy Coulson, a quien un jurado había declarado horas antes culpable de interceptar mensajes en teléfonos móviles para obtener noticias, en el marco del proceso contra varios directivos del desaparecido News of the World.
Cameron se manifestó «extremadamente apenado» por haber tomado una decisión equivocada, pero la descripción que hizo de su error es extraña. Él había preguntado a Coulson si participó en las escuchas; Coulson, que había dimitido como director del News of the World, le dijo que no y el primer ministro le dio «una segunda oportunidad». Pero Coulson le había mentido.
El nombramiento de un periodista de medios sensacionalistas como responsable de la comunicación del Gobierno de Londres no es nuevo. Tony Blair designó a un columnista y propagandista, Alastair Campbell, que había hecho su carrera en el Mirror y el Today. Fue, entre otras cosas, el responsable de dar una redacción más vigorosa al informe elaborado por los servicios de Inteligencia sobre las armas de Sadam Hussein antes de la invasión de Irak. Gordon Brown nombró a un funcionario, Damian McBride, que se adaptó inmediatamente a las artes más oscuras de la comunicación y ha reconocido en su autobiografía la brutalidad del régimen que presidió. Tuvo que dimitir cuando se descubrió que había creado una página web para denigrar a rivales políticos de manera anónima.
Mensajes de la realeza
Los precedentes eran ya notables pero, cuando David Cameron anunció el nombramiento de Coulson como responsable de comunicación de los conservadores, en 2007, el sentimiento de asombro fue general. Había dimitido seis meses antes como director del News of the World porque su reportero encargado de los asuntos de la realeza fue encarcelado por interceptar mensajes de teléfono entre miembros de la familia real. Dijo que no sabía nada de las intercepciones, pero que debía asumir la responsabilidad.
Coulson fue presentado como «un gran fichaje» cuando fue contratado por el Partido Conservador. La formación estaba en la oposición y la dirigían de nuevo hijos de familias ricas, exalumnos de los grandes colegios privados. El asesor de comunicación debía darles el olfato popular del vendedor de periódicos de sexo, fútbol, astros de la televisión y escándalo. Aunque resultase realmente extraño que no se enterase de dónde salían las extraordinarias exclusivas del dominical que dirigía.
Igual de improbable era la conjugación lógica de David Cameron, que, como ayer mismo insistía, ofreció una «segunda oportunidad» a una persona a la que consideraba inocente. El líder conservador necesitaba en realidad al detector de mensajes populistas, que era además un perfecto enlace para favorecer una relación hasta entonces difícil con el patrón de News International, el magnate australiano Rupert Murdoch.
La amiga del primer ministro
A la sorpresa del nombramiento y al ascenso posterior de Coulson a la dirección de comunicaciones del Gobierno, en 2010, siguió la ruptura de las compuertas. Una persistente investigación del diario 'The Guardian' fue desvelando la extensión de las escuchas, las extrañas y turbias relaciones entre policías y periodistas del News of the World. La infección era tal que Murdoch cerró el periódico en 2011.
La investigación sobre las escuchas llegó a las puertas de Coulson y también de la mano derecha de Murdoch, y amiga y vecina de Cameron, Rebekah Brooks, que fue amante de Coulson, su sustituto al frente del periódico, según se supo en el juicio. El jurado encontró culpable a Coulson, que reconoció en una vista que oyó en el periódico una grabación del teléfono del ministro de Interior. E inocente a Brooks, que insiste en que nunca supo nada. Coulson será sentenciado en los próximos días. La pena máxima es de dos años de reclusión. Cameron y su íntimo aliado, George Osborne, ministro de Hacienda, que le recomendó fichar a Coulson, salen desacreditados del episodio, entre reproches de la oposición.