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ESPAÑA

La dirección del PP busca alternativas que le permitan salvar Madrid y Valencia

Las primeras encuestas tras el 25-M apuntan a la posible pérdida de dos piezas clave en la carrera de Mariano Rajoy hacia su reelección

ANTONIO MONTILLA
MADRID.Actualizado:

«Haremos todo lo que sea necesario para mantener las alcaldías de Madrid y Valencia». Con esta frase, un miembro de la dirección nacional del PP glosa la relevancia que el partido otorga a estas dos comunidades autónomas, que en los últimos años se habían convertido en los dos principales graneros del voto popular, de cara a las aspiraciones que tiene Mariano Rajoy de revalidar la presidencia del Gobierno en las elcciones de 2015.

Más allá de la masiva pérdida de apoyos que se produjo en los comicios europeos del pasado 25 de mayo -1,1 millones de votos menos en ambos territorios con respecto a lo logrado en 2009-, lo que más preocupa en Génova son las encuestas que dan por hecho que, a menos de un año de las municipales y autonómicas, el PP perdería las holgadas mayorías absolutas que le permiten gobernar en ambas comunidades autónomas y, lo que es más preocupante para la cúpula de la formación de centro-derecha, en los ayuntamientos de Madrid y Valencia. «Son mucho más estratégicos que muchos gobiernos regionales», apuntan.

Pese a que existen posibilidades de repetir como la opción más votada, una gran coalición de fuerzas de izquierda desbancaría al PP de unas instituciones que lleva gobernando de manera ininterrumpida desde hace casi veinte años.

¿Qué significa entonces que los dirigentes populares hablen de hacer todo lo posible para mantener estos dos feudos? Lo primordial, que el partido busca alternativas, mediante macroconsultas demoscópicas, para los cabezas de cartel en los dos gobiernos regionales, capitaneados en la actualidad por Ignacio González y Alberto Fabra, y para los dos consistorios, dirigidos por Ana Botella y Rita Barberá.

El PP, llegado el caso, tendría más banquillo en Madrid que en la Comunidad Valenciana. Ignacio González intenta recomponer sus alianzas internas -recientemente fue respaldado en un desayuno informativo por Soraya Sáenz de Santamaría- y protagoniza un calculado alejamiento de las tesis de su mentora, Esperanza Aguirre, una de las referentes populares más críticas con algunas líneas del Ejecutivo de Mariano Rajoy.

Sin embargo, los mayores quebraderos de cabeza para la cúpula popular los da el Ayuntamiento. La popularidad de Ana Botella -que no ganó en las urnas, sino que sustituyó a Alberto Ruiz Gallardón en diciembre de 2011 cuando fue nombrado ministro- no remonta. Sus detractores lo achacan a la propia personalidad de la mujer de José María Aznar, aunque sus defensores apuntan a la «herencia recibida», pero en esta ocasión no del PSOE, sino de su antecesor, que endeudó de manera notoria las arcas locales, lo que deja a Botella sin margen para invertir en grandes proyectos.

Fuentes del PP también especulan con la posibilidad de que, como último recurso, Rajoy eche mano de la propia Aguirre para que luche por el bastón de mando de la capital de España. Otros dirigentes consideran improbable esta opción. Recuerdan que Aguirre dimitió hace poco más de un año como número uno de la Comunidad alegando que quería retirarse de la primera línea política, con lo que sería muy difícil de defender -opinan- que ahora quisiera dar el salto al Consistorio.

Los populares tienen en la recámara a Cristina Cifuentes, delegada del Gobierno en Madrid, aunque su perfil de mujer progresista no gusta a las bases más tradicionales del PP.

Los problemas están en Valencia. Rita Barberá podría remontar las encuestas y volver a ser regidora pero, hoy por hoy, los analistas consideran poco plausible que Alberto Fabra -que tampoco pasó el examen de las urnas sino que relevó a Francisco Camps, antes del juicio por el caso de los trajes- logre frenar el empuje de fuerzas como Compromis o Podemos, que desnivelaría la balanza de manera definitiva hacia la izquierda.