El comisario finlandés, en una de sus muchas intervenciones con la UE al límite. :: REUTERS
Economia

Adiós a Olli Rehn, el fiscal de España

El comisario de Asuntos Económicos, que se va el 1 de julio a la Eurocámara, ha sido inflexible con el país apoyando propuestas como la rebaja salarial del 10% del FMI

BRUSELAS. Actualizado: Guardar
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Abran el diccionario de la Real Academia Española de la Gran Depresión y busquen en la O: Opresión, órdago, oscuridad, ostracismo... Demasiados términos para resumir seis años de crisis que en palabras del Gobierno han sido una «auténtica tortura». Sigan leyendo. Obstrucción, ocaso, ocupación, Olli... Sí. Olli Rehn:

«Mikkeli, Finlandia, 1962. Dícese del severo fiscal de las cuentas de España durante la peor crisis desde la II Guerra Mundial». Mirada pétrea, gesto adusto, frío... «Sí, pero con el corazón caliente», contrarrestó esbozando una de sus pocas sonrisas. La mostró a las 20.37 horas del jueves, en Luxemburgo, en su último Eurogrupo como comisario de Asuntos Económicos y vicepresidente de la Comisión. «Gracias. Han sido muchas madrugadas juntos. Momentos muy complicados. Les echaré a todos de menos, chicos. Buenas noches y buena suerte». De los palos, al aplauso de los periodistas. Sí, Olli se va.

«Su contribución en estos años de crisis ha sido importantísima. La valoración es muy positiva. Es muy inteligente en el manejo de las diferentes situaciones», aseguró el ministro de Economía español, Luis de Guindos. Unas loas que llegaron apenas quince minutos antes de que el elogiado, ante las preguntas sobre la polémica reforma fiscal de Rajoy, le soltara la última perla a «mi gran amigo Luis de Guindos». «No puedo decir que hayamos sido intensamente consultados sobre ella», resumió. Un dardo que puede parecer inofensivo pero que en la jerga bruselense dice, y mucho.

Olli Rehn ha sido uno de los malos de la película en la gestión de la crisis que ha azotado a la UE. El hombre de negro de pelo cano que en febrero de 2010 aceptó la patata caliente que le cedió el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso. Rehn fue nombrado comisario de Asuntos Económicos en sustitución de Joaquín Almunia y en pleno huracán de los mercados. En un momento con el euro con pie y medio en el precipicio y la Unión transitando por lo que él definió el viernes como «un valle de lágrimas».

Del 'gaste usted todo lo que quiera' se pasó al precinto del grifo de la noche a la mañana. Nada de gastar y si quiere hacerlo, distribuya mejor sus gastos. Y en este nuevo escenario en el que sólo Alemania y sus aliados del norte se sentían como en casa frente a los 'despilfarradores' del sur, qué mejor que un nórdico para imponer rigor y disciplina. Su biblia pasó a llamarse Pacto de Estabilidad y Crecimiento, una severa hoja de ruta en la que el cumplimiento del déficit y su rebaja hasta el 3% del PIB se convirtió en una obsesión.

No hay que olvidar que España, en este capítulo, es con mucha diferencia uno de los peores alumnos de la clase. Cuando el finlandés llegó al cargo, España acumulaba un desfase de entorno al 10% del PIB. Dicho en otras palabras: gastaba al año 100.000 millones más de lo que era capaz de ingresar. Y esto, lógicamente, es muy difícil de explicar y sobre todo de entender para un alemán e incluso para un finlandés que parte de sus estudios los realizó en Estados Unidos, paradigma de los estímulos económicos y del buen gastar.

De vendedor a comisario

Es un europeísta convencido que llegó a Bruselas en 1995 con el acta de eurodiputado bajo el brazo (es del liberal Partido de Centro). Entre 1998 y 2002 fue jefe del gabinete de Erkki Liikanen, entonces comisario de Telecomunicaciones que se marchó de forma prematura a dirigir el Banco Central de su país. Fue entonces cuando Finlandia pensó en Olli Rehn para ocupar la vacante de su país en el Ejecutivo comunitario. Luego pasó a ser comisario de Ampliación entre 2004 y 2010 -le tocó lidiar con la compleja adhesión de Rumanía y Bulgaria en 2007- y ya en 2010, dio el salto a la 'fiscalía general', el puesto de comisario de Asuntos Económicos.

Amante de los carajillos madrileños, del rock, del jazz, de las negociaciones en una sauna, de la lectura o el fútbol, lo que mejor le caracteriza es el currículo que tiene en su web. El mismo que dice que estudió Economía, Relaciones Internacionales y Periodismo en Estados Unidos; que se doctoró en Filosofía en la Universidad de Oxford; y que durante sus vacaciones y en sus ratos libres trabajó, entre 1975 y 1982, de vendedor en Mikkelin Autotarvike, un distribuidor de piezas de automóvil.

No tiene el menor interés en ocultar sus orígenes y sobre todo busca trasladar el mensaje de que el esfuerzo y el trabajo es la fórmula para llegar lejos. Para por ejemplo llegar a ser comisario europeo y ganar más de 23.000 euros al mes. Una nómina que no impidió que en agosto de 2013 se sumara a la petición que el FMI hizo a España para que rebajase de forma lineal los sueldos un 10%. «Es una estupidez, que se los bajen ellos», replicó Joaquín Almunia, comisario de Competencia.

Olli se va. Sus muchos palos (recortes, ajustes, subidas de impuestos...) y sus generosas raciones de zanahoria (ha loado sin parangón a España por su gestión del rescate financiero) ya son pasado. Llega Jyrki Katainen, una de las jóvenes promesas de la UE. Viene de Finlandia, del frío, de ser primer ministro de un país que paradojas de la Gran Depresión, sigue coqueteando con la recesión. Llega nuevo fiscal a Bruselas. Se llama Jyrki, quédense con este nombre.