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Varios de los participantes en la manifestación republicana de la semana pasada en Madrid. :: JAVIER LIZÓN / EFE
ESPAÑA

El tibio despegue del republicanismo

Las manifestaciones antimonárquicas han ido perdiendo fuerza al tiempo que se apagan las voces del referéndum

MELCHOR SÁIZ-PARDO
MADRID.Actualizado:

Fue casi espontáneo. Varios miles de personas se lanzaron a la calle el 2 de junio, apenas unas horas después de que don Juan Carlos anunciara su decisión de abdicar en su hijo, para reclamar la instauración de la III República o, al menos, un referéndum para decidir el modelo de Estado.

La emblemática puerta del Sol se llenó de personas que pedían el fin de la Monarquía en España. Nunca antes desde la llegada a la democracia los republicanos habían reunido una multitud así para exigir el fin de los Borbones. Se contaba a mucha más gente que cualquier celebración del 14 de abril, día en que se conmemora la proclamación de la II República.

Pero como la gaseosa, la fuerza se ha ido perdiendo en apenas dos semanas. Y todo ello a pesar de los esfuerzos de la recién nacida Junta Estatal Republicana, la plataforma apadrinada por Izquierda Unida que agrupa al medio centenar de colectivos antimonárquicos, y que dos años y medio después de su creación creía haber visto en la renuncia de don Juan Carlos su oportunidad de oro para llevar el debate del referéndum a la calle.

Pero no lo ha logrado. La idea de movilizar cada día a la multitud en las plazas al menos hasta la proclamación de Felipe VI se descartó al ver que al día siguiente de la abdicación ya no eran ni medio millar las personas con la tricolor en la puerta del Sol y que en la mayoría de las ciudades ni siquiera había convocatorias para pedir la consulta.

El bautismo de fuego fue casi peor. El 7de junio estaba llamado a ser el gran día del republicanismo en la calle, pero pinchó. Hubo medio centenar de convocatorias en la redes para pedir el fin de la monarquía, pero ninguna llegó a pasar de los 5.000 congregados. Nada de 'marea' al estilo de 15M o indignados contra los recortes. Los republicanos, que no contaban con el apoyo de Podemos en sus llamamientos, se quedaron muy cortos y no conquistaron la calle para mantener la presión sobre el referéndum, primera escala de su fallida hoja de ruta.

En las redes sociales, el arma del 15M y de los indignados, el pinchazo ha sido similar. Poco a poco las iniciativas pro republicanas se han ido apagando. La plataforma ciudadana Referéndum Ya, a través de la red Avaaz, logró recoger -la mayoría en los primeros días y al calor de la abdicación- más de 350.000 firmas electrónicas a favor de la consulta. O lo que es lo mismo, poco más del 1% del censo electoral.

Votos y encuestas

La situación en el Parlamento no ha ido mejor para los antimonárquicos y su empeño de usar el trámite de la ley de abdicación como trampolín para abrir un debate sobre la consulta. No han logrado convencer a ningún grupo, no solo para votar en contra, sino para que apoyaran la posibilidad del referéndum. El pasado martes, el Senado aprobó el proyecto de ley con el apoyo de PP, PSOE, PSC, UPN y Foro. Estos votos representan el 87,5% de la Cámara alta, superando el 85% alcanzado en el Congreso.

Las encuestas elaboradas estos últimos días tampoco han aclarado mucho sobre el futuro del republicanismo. El sondeo de 'El País' asegura que hasta un 62% de los encuestados estaría a favor de convocar la consulta, mientras que 'El Mundo' afirma que un 55% respalda la Monarquía como modelo de Estado, seis puntos por encima del apoyo recabado en una encuesta similar el pasado enero. Es más, el 73% de los españoles piensa que Felipe VI será un buen Rey. Los datos publicados por el diario 'ABC' apuntaban a que el 67% piensa que la renuncia de don Juan Carlos supone un «fortalecimiento institucional». En los dos grandes partidos esta aparente efervescencia republicana preocupa muy poco. Sobre todo en el PP están convencidos de que, una vez pasada la proclamación de don Felipe, «las aguas volverán a su cauce» y el debate sobre el referéndum irá desapareciendo de la calle. En cualquier caso, populares y socialistas saben que cualquier cambio del modelo de Estado, o siquiera la posibilidad de un referéndum, pasa por una mayoría de dos tercios en el Congreso, una correlación de fuerzas imposible de alcanzar para los republicanos, incluso en el peor de los futuros escenarios electorales para el bipartidismo.

Tendrán de frente, eso sí, a Izquierda Unida. La coalición de Cayo Lara se ha envuelto en los últimos días, más que nunca, en la bandera tricolor, remarcando su carácter republicano y de una izquierda dispuesta a romper con el actual modelo de Estado y con la instituciones clásicas. Una forma, quizás, de enfrentarse a una formación como Podemos, que ha pescado votos en el caladero electoral más inconformista de la coalición de Lara.