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En la imagen superior, la reina Sofía agradece en pie la ovación de las Cortes. A la derecha, el exministro Javier Solana y el deportista Pau Gasol, en la tribuna de invitados. :: ALBERTO FERRERAS Y EFE
ESPAÑA

Doña Sofía reinó en la tribuna de invitados

La madre de doña Letizia lanzó un beso con la mano a su hija en el mismo instante en el que Felipe VI juró su cargo ante las Cortes

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La imagen sepia de Juan Carlos I jurando como Rey ante las Cortes franquistas en 1975 rodeado de militares, entre ellos el que luego sería general golpista Alfonso Armada, contrasta con la ceremonia constitucional y sin uniformes de este 19 de junio para entronizar a Felipe VI. Eran la síntesis política de dos Españas separadas por casi 40 años.

La tribuna de invitados del Congreso de los Diputados se abarrotó de cargos públicos, dirigentes empresariales y sindicales y, en menor medida, de representantes del mundo de la cultura y el deporte. Por encima de todos ellos brilló una figura, la de doña Sofía. Los diputados y senadores aplaudieron su aparición en la balconada del hemiciclo acompañada por su hija Elena. Ovación que se reprodujo cuando su hijo, Felipe VI, le homenajeó. Una muestra de afecto que secundaron todos los invitados, excepto los presidentes catalán y vasco, Artur Mas e Iñigo Urkullu, que administraron con una calculada racanería sus gestos de aprobación. Tan sólo tres palmadas, muy medidas, en el momento del ingreso del Monarca al salón y al acabar su discurso. Ni una más.

Doña Sofía mantuvo su gesto, mezcla de madre orgullosa y de Reina que sabe estar en su lugar. A la infanta Elena le pudo la emoción y lloró al ver a su madre lanzarle un beso a su hijo con la mano desde la distancia. Un gesto que minutos antes había protagonizado Paloma Rocasolano, madre de doña Letizia. Lo hizo justo después de que Felipe VI jurara su cargo ante las Cortes.

Paloma Rocasolano se sentó en medio de los dos abuelos de doña Letizia, Francisco Rocasolano, que no quiso perderse el gran día de su nieta pese a sus 96 años, y Menchu Álvarez del Valle. Separados por una columna, y por media docena de asientos, se encontraba Jesús Ortiz, padre de la Reina, con su actual esposa, Ana Togores. Quien no estuvo en la tribuna fue Telma Ortiz, única hermana de la Reina, aunque sí acudió a la recepción que tuvo lugar en el Palacio Real.

El Rey, además de contar con su madre y su hermana Elena -Cristina está apartada de los actos de la Casa Real desde la imputación de su marido, Iñaki Urdangarin en el 'caso Nóos'-, estuvo acompañado por sus tíos, las infantas Pilar y Margarita, Carlos Zurita, Constantino de Grecia, acompañado de su esposa Ana María, e Irene de Grecia, inseparable de doña Sofía desde que se convirtió en Reina.

Froilán y Gasol

Felipe Juan Froilán de Todos los Santos, hijo de la infanta Elena y ahijado de Felipe VI, cumplió con el papel de representar a todos los sobrinos del Rey. No le tocó un mal sitio. Estuvo sentado junto al jugador de Los Angeles Lakers, Pau Gasol, único deportista profesional en el acto. Ambos estaban en una fila de asientos de lo más variopinta, en la que también estaba Félix Sanz Roldán, director del Centro Nacional de Inteligencia.

Los 17 presidentes autonómicos compartieron cuitas con cordialidad y sin distinción de camisetas políticas. Alguno, incluso, cayó en la tentación de hacerse un selfie, una de esas autofotografías tan de moda. El madrileño Ignacio González convenció a la andaluza Susana Díaz y al asturiano Javier Fernández, ambos socialistas, para inmortalizarse haciendo un trío con el móvil del gobernante popular. Menos conversadores se mostraron Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero. A los expresidentes del Gobierno los sentaron juntos, pero no hablaron mucho entre sí. Sería porque Aznar estaba en medio de los dos socialistas.

Los diputados y senadores se acomodaron como pudieron, ya que en el espacio de los 350 escaños tuvieron que sentarse más de 500 señorías, pero paliaron la incomodidad con travesuras. En los plenos del Congreso, está prohibido hacer fotografías desde la zona de invitados y prensa, salvo los espacios asignados a los fotógrafos. Tampoco se pueden tomar imágenes desde las bancadas de los grupos parlamentarios, pero ayer hubo barra libre. Muchas de sus señorías quisieron inmortalizar el momento. En grupos o de uno en uno, se arremolinaron junto a la tarima donde se encontraba la corona y el cetro, símbolos de la proclamación. «Parecen fans persiguiendo a Justin Bieber», comentó un diputado de los serios. Por lo extraordinario de la sesión, el protocolo se cumplió a rajatabla. Sólo el diputado del PP Juan Manuel Albendea, un veterano parlamentario de 77 años, se lo saltó a la torera y, cuando Felipe VI se disponía a abandonar el hemiciclo, lanzó un sonoro «¡Viva el Rey!».