Veneración al socialismo
Eduardo Madina Número dos del PSOE en el Congreso
MADRID.Actualizado:Si de Eduardo Madina (Bilbao, 1976) hubiera dependido, probablemente nunca habría ocupado un cargo en el PSOE. El diputado, número dos del grupo socialista, siente veneración por su partido, su trayectoria, sus dirigentes históricos y sus logros. Tanto que, en ocasiones, eso le ha hecho dar un paso atrás, abrumado por lo elevado de la tarea, cuando todos reclamaban que lo diera al frente. Dijo no a ser secretario de Estado con José Luis Rodríguez Zapatero porque creía que era joven e inexperto, rechazó aspirar a la secretaría general en 2012 cuando apenas había un alma en el partido que no le empujara a hacerlo, declinó luego ser portavoz en la Cámara baja, y también descartó ir de número uno en la lista europea, claro que para entonces ya se planteaba presentarse, esta vez sí, a las primarias que el partido había convocado para noviembre.
En el último año y medio, Madina ha trabajado intensamente en un proyecto de «transformación histórica», del que aún no se conoce nada, con un equipo del que forman parte, entre otros, el exsecretario general de Presidencia del Gobierno y diplomático Bernardino León, el hombre al que la embajada estadounidense calificó como 'chico de oro' del Ejecutivo en un informe de 2009. Es de los pocos que no le dieron la espalda cuando el suelo se abrió bajo el PSOE el 25 de mayo, y todas las miradas se dirigieron a Susana Díaz como única salvadora. También la de Zapatero, que no era su único valedor. Están con él gente tan dispar como Juan Carlos Rodríguez Ibarra, la exsecretaria de Estado, Laura Seara, o el presidente de Asturias, Javier Fernández.
Experiencia
Sus remilgos a ocupar puestos destacados no siempre han sido bien entendidos. Algunos lo achacan a cierta fragilidad de carácter. Otros a un exacerbado sentido de la responsabilidad. Sus defensores dicen que calificar de débil a quien ha sido capaz de sobreponerse a un atentado de ETA que lo dejó sin pierna (el dolor físico aún lo tortura) y al que su madre, con un corazón delicado, no pudo hacer frente, es terriblemente osado.
Madina, licenciado en Historia, lector empedernido, cultivado, adicto a la música (lo suyo es el rock alternativo), tiene habilidad para imprimir épica a sus discursos. Posee experiencia en los debates parlamentarios y también en la negociación política. Le tocó sacar adelante las leyes de un Gobierno en minoría muy desgastado desde 2009 a 2011. Su perfil, algo más a la izquierda que los actuales dirigentes, suscita aún así dudas entre quienes sostienen que, en la España de hoy, hay que saber hablar también el lenguaje de las empresas.