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Susana Díaz. :: EFE
ANDALUCÍA EN EL CATORCE

UN GESTO DE GENEROSIDAD

MARÍA DOLORES TORTOSA
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Hay versiones para todos los gustos sobre la decisión de Susana Díaz de no presentarse como candidata para liderar el PSOE a nivel nacional. Unos interpretan que el suyo ha sido un gesto de generosidad. Otros ven un paso atrás para coger carrerilla hasta un mejor momento o un portazo porque no se daban las condiciones que la presidenta andaluza hubiera deseado. Casi todos desconfían de las razones que ella ha dado, las de su compromiso para garantizar la estabilidad del Gobierno andaluz, no dejar que agujereen el único fuerte con la marca PSOE y cumplir con su palabra ante los andaluces en una época de gran descrédito de los políticos.

Todas sus razones creo que son creíbles y ciertas, pero también fáciles de desmontar. Lo que proporciona estabilidad al Gobierno de la Junta es que la coalición PSOE-IU siga engrasada, pero sobre todo que la economía vaya mejorando, como se prevé. Es cierto que un tercer presidente en una legislatura es un dislate y hubiera colocado al PSOE en una situación delicada cara a futuras elecciones, pero dado lo desfondado del PP en Andalucía y el auge de IU y formaciones similares la previsión es hoy por hoy que la izquierda siga ganando.

Díaz habla de compromiso con los andaluces, refiriéndose a su discurso de investidura, pero en realidad no ha sido cabeza de cartel, como sí lo fueron Griñán y Chaves. Ellos sí incumplieron sus compromisos con sus votantes al no haber agotado las legislaturas para las que fueron candidatos a presidente. ¿Quién se acuerda de Griñán? ¿Quién de Chaves tras 19 años? A rey muerto, rey puesto, aunque este siga vivo como comprobaremos en breve con el príncipe Felipe.

Si Susana Díaz hubiera dado el paso para liderar el PSOE con la misión de salvar a uno de los partidos clave en la modernización de España y consolidación de la democracia, los votantes socialistas andaluces se lo hubieran perdonado porque en realidad se iba a medias, se iba para ser como Felipe. Micaela Navarro o María Jesús Montero la hubieran sustituido sin que hubiera supuesto ningún cisma en el PSOE-A, porque ella desde Madrid estaría vigilando.

Creo que nadie, ni siquiera ella, esperaba su proyección como líder imparable en tan poco tiempo. Una líder como Díaz no nace todos los días y es posible que ella misma se haya asustado de su fuerza, como comprueba cada vez que sale a la calle y le besan y le dicen 'no te vayas'.

Díaz lo tendrá fácil ahora, para contrariedad de Juanma Moreno, ya que envuelta en la bandera blanquiverde con su 'me quedo en Andalucía' podrá ganar cuantas elecciones se proponga si la economía sigue rodando. Pero ya no será la misma, ni para sus adentros ni para los demás. El futuro líder del PSOE la verá como una amenaza y le intentará cortar el camino. Ella misma se preguntará cada mañana lo que haría o diría si estuviera en su lugar.

Creeremos verla contrariada tanto si el futuro secretario general lo hace bien como si lo hace mal, aunque no sea así. La contemplaremos como alguien que en un momento u otro puede hacer las maletas. Cada gesto suyo se interpretará en clave nacional. Juanma Moreno tampoco dejará de achicharrarla.

Todo esto porque ha tardado 15 días en deshojar la margarita, demasiado tiempo en política. Susana Díaz emprende esta semana una 'tourné' por todas las provincias andaluzas. Quiere hacernos olvidar que tuvo un pie en el ave a Madrid. Quiere que la toquen, que le den cariño y le digan, 'no te vayas' y olvidar y consolarse quizás ella misma por dejar pasar este tren.