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Soldados kurdos en las afueras de la ciudad de Kirkuk. :: MARWAN IBRAHIM / AFP
MUNDO

Suníes, kurdos y chiíes se reparten Irak

El Gobierno contempla impotente cómo el avance yihadista consolida la división étnica de las provincias que se ha ido configurando desde 2003

MIKEL AYESTARAN
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El nuevo Irak construido a golpe de sangre y talonario por Estados Unidos tras eliminar el régimen de Sadam Husein ha durado once años. El reparto étnico sectario de provincias que dividía el país desde 2003 se consolida tras el avance del Estado Islámico de Irak y Levante (EIIL) en los bastiones suníes del oeste y norte, y la entrada de las fuerzas kurdas en Kirkuk. Bagdad asiste impotente al desplome de las fuerzas armadas equipadas y entrenadas por Washington y se erige en la solitaria capital del Irak chií, la zona más rica en petróleo y sede de los lugares santos para esta secta minoritaria del islam, Nayaf y Kerbala.

Irak es un Estado fallido en el que, pese a la gravedad de la situación, el Parlamento fue incapaz de realizar la sesión extraordinaria convocada por el primer ministro interino, Nuri al-Maliki, para declarar el estado de emergencia por falta de quórum. Sólo 128 de los 325 parlamentarios acudieron a la cámara situada en la blindada Zona Verde de la capital tras el boicot de las alianzas suní y kurda.

El 60% de los iraquíes sigue el chiismo duodecimano, el mismo que rige en el vecino Irán, frente al 30% suní, secta a la que pertenecía Sadam Husein y que controló el país durante décadas. La tercera parte del puzle iraquí la forman los kurdos, unos 6 millones de personas, que gozan de independencia absoluta en su región autónoma al norte, de la que han comenzado a exportar petróleo sin el permiso de Bagdad.

En sus ocho años de mandato Maliki ha sido incapaz de tender puentes al resto de grupos. El Gobierno ha practicado una política de beneficio constante a la secta chií que ha ido en aumento tras la retirada de las fuerzas de EE UU hasta convertirse en una de las causas principales de la división nacional.

El paso adelante del EIIL provocó el repliegue en estampida de las fuerzas armadas iraquíes y en apenas 24 horas el grupo liderado por Abu Baker al-Bagdadi izó la bandera negra de la yihad en Mosul y Tikrit y amenazó con continuar sus «benditas conquistas» hasta llegar a Bagdad. Este vacío de poder llevó a las autoridades kurdas a mover ficha y, además de mantener sus fuerzas al este de Mosul -en esta ciudad convivían árabes suníes, chiíes y cristianos y kurdos- decidieron avanzar sobre Kirkuk, 250 kilómetros al norte de Bagdad

«Todo Kirkuk ha caído en manos de los Peshmergas», informó Yabar Yawar, portavoz de los combatientes kurdos, que aclaró que «ahora no queda nada del Ejército iraquí». Este avance otorga a la región autónoma kurda la vieja aspiración de controlar esta ciudad asentada sobre interminables campos de petróleo y gas y que siempre ha sido objeto de disputa con el Gobierno central. Aquí se produce el 30% del petróleo que exporta Irak cada día, una buena razón para mantener la zona en una lucha que la ocupación militar kurda pretende zanjar.

Doble frente yihadista

La crisis en Irak ha estallado en el cuarto año de guerra en la vecina Siria. La revuelta contra Bashar el-Asad se convirtió pronto en un conflicto entre sectas y la kilométrica frontera que comparten pasó a ser, junto a Turquía, un interminable cordón umbilical para los grupos rebeldes suníes y, finalmente, una especie de alfombra roja para la entrada en escena del EIIL. En las últimas horas los foros yihadistas no paran de colgar fotos de armamento pesado confiscado a las fuerzas de Irak en Mosul, que ya está camino de Siria, donde el grupo tiene más problemas para consolidar sus posiciones. El contagio sirio no ha tardado en llegar a suelo iraquí.

Si a un lado de la frontera aspiran a tomar Damasco, en Irak los insurgentes aseguran que avanzarán sobre Bagdad. En un audio difundido en las últimas horas el portavoz del EIIL, Abu Mohamed al-Adnani, insta a «avanzar hacia Bagdad», que será «la capital del califato» y advierte a Maliki de que «el ajuste de cuentas no va a ser en Samarra o Bagdad, sino en las impuras Kerbala y Nayaf», lugares santos para los chiíes. Un avance que podría producirse de una manera rápida desde Faluya, 70 kilómetros al oeste de Bagdad, pero que se encontraría con una capital donde la gran mayoría de la población pertenece a la secta rival, mayoritaria en 84 de los 89 barrios.