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El nuevo presidente del Partido Popular Europeo, Manfred Weber, conversa con Van Rompuy. :: O. H. / EFE
MUNDO

El Parlamento Europeo no cede y exige respetar a Juncker

Populares y socialistas trasladan a Van Rompuy que o se cumplen las reglas del juego o habrá una «crisis institucional»

ADOLFO LORENTE CORRESPONSAL
BRUSELAS.Actualizado:

El presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, comprobó ayer que el Parlamento comunitario no va a consentir ser ninguneado por los jefes de Estado y de gobierno de los Veintiocho a la hora de elegir al sustituto de Durao Barroso al frente de la Comisión Europea. Todos los grupos parlamentarios, sin excepción, consideran que es el candidato del Partido Popular Europeo (PPE), Jean-Claude Juncker, el que tiene toda la legitimidad de las urnas para ser el primero en intentar aunar los 376 escaños necesarios (de un total de 751) para ser proclamado presidente del Ejecutivo de Bruselas. De lo contrario, habrá tormenta institucional de consecuencias imprevisibles. Y el parte, a día de hoy, no apunta en otra dirección.

«Si hay fuerzas que critican este procedimiento, estas fuerzas podrían causar una crisis institucional en Europa y deben ser conscientes del riesgo que corren», advirtió el presidente del grupo del PPE, el alemán Manfred Weber. Lo hizo ante los medios y tras reunirse con el presidente del Consejo, que ayer comenzó la ronda de contactos en la Eurocámara para sondear el ambiente. Una 'misión' encomendada por los líderes comunitarios en la tensa cumbre del 27 de mayo, celebrada 48 horas después de las elecciones comunitarias. Un noche en la que el primer ministro británico, David Cameron, ya advirtió de que hará todo lo posible para evitar que Juncker sea finalmente el elegido al considerarlo «un líder del pasado y demasiado europeísta».

Aquel mismo 27 de mayo, la conferencia de presidentes de grupo de la Eurocámara decidió por unanimidad que era el ex primer ministro de Luxemburgo quien tenía el derecho de tomar la iniciativa para buscar los apoyos necesarios. Por la noche, el Consejo Europeo eludió en todo momento hablar de Juncker y se limitó a pedir a Van Rompuy que hiciera la ronda de contactos que inició ayer. Paradójico, cuando en aquella cena había una docena de jefes de Estado y de gobierno del PP europeo, además del propio Herman Van Rompuy y de Barroso. Sorprendió también el distanciamiento de la canciller, Angela Merkel, valedora e impulsora de Jean-Claude Juncker.

La gran coalición, a punto

El mensaje que el presidente del Consejo se llevó de la Eurocámara es contundente. Se le dijo a la ciudadanía que esta vez era diferente, que era la primera ocasión en la que podían elegir al presidente de la Comisión a través de las urnas y no están dispuestos a defraudar a un electorado cada vez más hastiado y euroescéptico. «En el Parlamento no hay otra mayoría que la que existe en favor de Juncker», insistió Weber haciendo incluso referencia a las declaraciones del principal partido de la oposición, los socialdemócratas (S&D) liderados por Martin Schulz, que no ha dudado en apostar por una gran coalición presidida por el luxemburgués. Esta suerte de reparto de cromos podría hacer que Schulz siga de presidente del Parlamento, puesto que ocupó hace ya dos años y medio.

A juicio de Manfred Weber, cualquier candidato alternativo sería «menos democrático» que Juncker ya que ignoraría la opinión de los ciudadanos. Preguntado precisamente sobre la operación pilotada desde Londres, el máximo responsable de los populares en la Cámara (tienen 221 escaños frente a los 191 del S&D) recalcó que «Reino Unido sólo es un Estado miembro entre los 28, que no tiene derecho de veto y que puede dictar la agenda en toda Europa».

Por su parte, desde las filas socialistas, su líder, Hannes Swoboda, insistió en esta misma idea tras su encuentro con Van Rompuy: «Juncker debe tener el derecho de ser el primero en buscar una mayoría, proponiendo un programa de trabajo adecuado. Es un principio básico de la democracia que la Comisión debe representar el equilibrio de la Eurocámara». A juicio del S&D, es «urgente empezar a trabajar en las prioridades de la UE: una política socio-económica justa, una política migratoria común y la lucha contra la evasión fiscal».