Boko Haram amenaza la seguridad de los seguidores nigerianos del Mundial

Las Súper Águilas han remontado el vuelo para júbilo de todos los nigerianos. Los habitantes de este país torturado por las diferencias sociales, étnicas y religiosas, comparten la misma pasión por su equipo nacional de fútbol, ganador de la última Copa de África, celebrada en 2013, y participante en el Mundial de Brasil recién inaugurado. Pero Joseph Yobo, capitán de la escuadra, y los suyos tampoco escapan a la atmósfera de violencia que vive la primera potencia del continente. Ante el riesgo de atentados, el gobierno del estado de Adamawa ha cerrado los populares centros de visionado de fútbol, espacios habilitados con grandes pantallas de televisión donde se concentran numerosos aficionados. Boko Haram los ha convertido en objetivos de sus ataques ya que la banda condena el balompié como instrumento occidental destinado a distraer a los fieles de la práctica religiosa y su capacidad de convocatoria los convierte en susceptible escenario para masacres.

La prohibición en el noreste, el más afectado por la insurrección islamista, se debe al precedente del campo de Mubi, donde el pasado día una bomba provocó decenas de muertos entre los espectadores del partido dominical. Tan sólo una semana antes, un suicida intentó penetrar con su coche, repleto de explosivos, en uno de estos locales habilitados en la ciudad de Jos, pero no pudo hacerlo detonar suficientemente cerca de los seguidores de la final de la Champions y sólo provocó tres víctimas.

La animadversión yihadista hacia el fútbol es habitual. Los radicales somalíes de Al Shabab también declararon la prohibición durante el Campeonato de Sudáfrica y se vengaron de su enemigo ugandés provocando más de 70 fallecidos mediante atentados contra bares en Kampala durante la final entre España y Holanda.

El gobierno de Abuja no ha clausurado estos negocios en todo el territorio nacional, si bien ha advertido de sus peligros. La policía ha asegurado que incrementará la vigilancia en sus inmediaciones y aconsejado a los propietarios que contraten seguridad privada y cacheen a todos los clientes, dos medidas casi inviables para los establecimientos más modestos. A menudo, toda la instalación se limita a a la ubicación de un televisor en el mostrador de una tienda y que puede contemplarse desde el exterior.

La afición al deporte rey en Nigeria, con especial interés por la Premier League y la competición española, contrasta con la aún escasa disposición de monitores en las áreas más deprimidas, la falta de acceso a la energía o la constante interrupción del fluido eléctrico. La disponibilidad de generadores propios añade otro atractivo a estos centros sonde el público puede contemplar un partido sin interrupciones e, incluso, comentar apasionadamente las jugadas.