El miembro republicano de la Cámara de Representantes Eric Cantor, en una ceremonia en el Capitolio. :: MANDEL NGAN/ AFP
MUNDO

El Tea Party sacude Washington

La derrota por primera vez en la historia de un líder republicano en las primarias de su partido relegará al olvido la reforma migratoria

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Muchos en la Casa Blanca habían deseado que Eric Cantor desapareciera de su vista, convencidos de que el líder de la mayoría republicana en la Cámara baja del Congreso representaba el obstruccionismo que ha impedido materializar cualquier iniciativa política de Barack Obama. Sin embargo, cuando el martes por la noche (madrugada de ayer en España) se supo que un recién llegado a la política había logrado desbancarlo en las primarias del partido con el apoyo del Tea Party, un escalofrío recorrió todo Washington. La extrema derecha había arremetido contra él por su presunto apoyo a la reforma migratoria, una aspiración de millones de personas que con su desaparición se da por muerta. Lo peor, sin embargo, no es el balón de oxígeno que da al grupo ultraconservador, ni la crisis de liderazgo que abre en la formación que manda en la Cámara de Representantes, sino el mensaje que envía al 'establishment' republicano de que cualquier colaboración con los demócratas puede costar el puesto.

Por eso la misión del Partido Demócrata ayer era convencer a todos de que Eric Cantor no había perdido la posibilidad de optar a la reeleccion por apoyar la reforma migratoria, que de hecho obstruía al no permitir que se votase, sino por sus propios errores. El más importante, la autoconfianza. Cantor pagaba millonadas a asesores que le convencieron de que no había de qué preocuparse ante el desafío de un oscuro profesor de Economía al que, sin querer, hizo popular y convirtió en una opción viable con una campaña de anuncios en la que le retrataba como un liberal.

Eso, precisamente, fue lo que convenció al electorado de que David Brat era una alternativa viable en las elecciones legislativas del próximo noviembre que le enfrentarán con el demócrata Jack Trammell. El distrito de Virginia en cuestión es sólidamente republicano, por lo que los analistas creen que Brat tendría que resultar muy mal candidato para perder.

Tan convencido estaba Cantor de su victoria que el día de las elecciones no estaba haciendo un esfuerzo de última hora para arañar los votos en su Estado de Virginia, sino sentado en el Starbucks del Capitolio con potenciales donantes para continuar su campaña. Los sondeos internos le daban 34 puntos de ventaja sobre su oponente, que acabó ganándole por 11. La encuesta, de la empresa McLaughlin & Associates, pasará a la historia por ese inexplicable desvío y Cantor, como el primer líder republicano de la Cámara baja desbancado en primarias.

Muchos acusan al hombre que aspiraba a suceder al presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, de haberse olvidado de que en EE UU la política siempre es local, especialmente la del Congreso. A Cantor se le veía más en las mansiones veraniegas de los Hamptons, recaudando fondos, y en Washington DC, dedicado a las grandes estrategias. La política nacional es ahora la mejor opción para este líder destronado, que no se presentará a las elecciones como independiente para no dividir el voto republicano. Y en esa línea de responsabilidad partidista, dejará el liderazgo de la Cámara baja a finales de julio, cuando su formación haya encontrado sustituto.

Dos asesores al teléfono

La crisis política trae consigo un examen de conciencia. Cantor, que había recaudado más de 5 millones de dólares (3,7 millones de euros), se dejó en restaurantes más que su rival en toda la campaña, 124.000 euros. Brad, que apenas tenía dos asesores trabajando con los teléfonos, se gastó un total 90.100 euros. Con ellos proporcionó la mayor victoria posible al Tea Party, una formación de extrema derecha a la que en estas primarias se daba por perdedora frente al 'aparato' del partido. Hasta el martes, sólo un legislador en el cargo había sido derrotado, el texano de 91 años Ralph Hall.

Brad atacó a Cantor por ser un representante del oficialismo y del inmovilismo que caracteriza a Washington, un conservador «que no sigue los principios del conservadurismo, como el compromiso con el libre mercado, la responsabilidad fiscal, el respeto a la Constitución, la fe en Dios y una fuerte fibra moral», dijo. Y todo eso a pesar de que Cantor fue uno de los que paralizó el Gobierno federal el pasado octubre al retener los presupuestos hasta que la Casa Blanca cediera a sus demandas.

Y si bien la decisión de los votantes reflejó el hastío con el bloqueo político y el sistema, el nuevo candidato republicano dijo ayer que lo que más le diferencia de Cantor es su posición sobre «la amnistía». Se refería a la reforma migratoria que Cantor apoyó durante un tiempo pero, como de costumbre, mantuvo en el aire en los últimos dos años de acuerdo con sus intereses políticos. Los partidarios de la reforma irrumpieron en sus mítines acusándole de obstruirla, y los enemigos de la iniciativa le reprocharon que fomentara la «amnistía», como la popular presentadora Laura Ingraham, que se involucró en la campaña de Brat. Una reforma que es la víctima colateral de esta derrota, al menos en esta legislatura.