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El primer ministro holandés, Mark Rutte; la canciller Angela Merkel; el primer ministro sueco, Fredrik Reinfeldt, y su homólogo británico, David Cameron, ayer. :: J. N. / AFP
MUNDO

Merkel advierte a Cameron de que no aceptará «amenazas» en relación a Juncker

Ambos líderes, junto a los de Suecia y Holanda, pactan hablar de la hoja de ruta de la UE antes de cerrar el nombre para presidir la Comisión

ADOLFO LORENTE CORRESPONSAL
BRUSELAS.Actualizado:

Si el gran atractivo de las pasadas elecciones europeas radicaba en dar a los ciudadanos la posibilidad de poder elegir con su voto al próximo presidente de la Comisión hasta 2019, dieciséis días después de la celebración de los comicios, la gran noticia es que no hay noticia. Como todos temían, el Consejo Europeo, el órgano que aúna a los jefes de Estado y de gobierno de los Veintiocho, está dividido con visiones muy diferentes sobre cómo interpretar el recién estrenado Tratado de Lisboa, el mismo que dice que el Consejo debería «tener en cuenta los resultados de las elecciones» a la hora de proponer un nombre al Europarlamento. El candidato del Partido Popular (PPE), Jean-Claude Juncker, ganó al aspirante socialista (S&D), Martin Schulz. Con cierta holgura, con 30 escaños de diferencia. ¿Juncker, presidente? Nada más lejos de la realidad. Su enemigo no es menor. Se llama David Cameron, es primer ministro del Reino Unido y ha jurado hacer todo lo posible por bloquear el nombramiento del ex primer ministro de Luxemburgo por ser «demasiado europeo».

En Europa, el guión siempre se repite. División (entre 28, algo lógico), amenazas de bloqueo, de fractura y al final, Angela Merkel entra en escena para poner paz e intentar solucionar el entuerto. Ahora, sucede algo parecido, pero con un sustancial matiz. La canciller alemana, ella sola, ha sido la que se ha metido en un laberinto de difícil salida. Ella fue la que aupó a Juncker como candidato del PPE, ella fue la que a modo de guiño hacia Londres se desmarcó de su aspirante tras finalizar las elecciones y ella, ahora, es la que a raíz de las muchas y duras críticas recibidas en su país, busca defender de nuevo a Juncker frente a Cameron.

La negociación no será fácil, como se ha comprobado esta misma semana en la minicumbre de marcado carácter económico celebrada el lunes y el martes en la localidad sueca de Harpsund. Coincidencias del calendario, Merkel coincidió con el bloque 'antiJuncker', formado por Cameron, el primer ministro sueco, Fredrik Reinfeldt, y el holandés, Mark Rutte -estos dos, eso sí, más pragmáticos y reservados en sus críticas-.

Se trataba de una cita informal, de esas en las que los hombres posan sin corbata y todos aparecen navegando en una barquita o sucedáneos. La expectación, sin embargo, era máxima. Al término del conclave, todos aseguraron que hablaron de políticas y no de nombres. Los líderes se afanaron en mostrar su sonrisa pero la tensión era palpable. Quizá no en los gestos, pero sí en las palabras.

Porque Angela Merkel aprovechó la ocasión para advertirle a Cameron que con «amenazas» no llegará muy lejos. «Las amenazas no forman parte del espíritu europeo, de cómo actuamos», espetó. El líder británico, muy presionado por la victoria de los euroescépticos del UKIP y la consulta de pertenencia a la UE que ha prometido convocar en 2015, optó por no entrar en más batallas e insistir en que las urnas han demandado «nuevas políticas y no líderes del pasado». En lo que sí coincidieron ambos en hablar de políticas referidas por ejemplo a la libertad de movimientos de los trabajadores dentro de la UE, un fenómeno denunciado en sus países al asegurar que se producen «abusos» de los sistemas sociales públicos.

Respaldo al luxemburgués

En lo referido a los nombres, a quién pilotará la Comisión, el veterano político luxemburgués lleva días sufriendo el acoso de los tabloides británicos. Pese a las muchas presiones y las evidentes faltas de ciertos apoyos, el que también fue primer presidente del Eurogrupo ya ha dicho que no se retira, que él ha ganado las elecciones y que irá hasta el final. De hecho, ya ha comenzado intensas negociaciones con los socialistas para formar una gran coalición en la Eurocámara que le permitiera ser elegido presidente de la Comisión. Tal es así que su oponente, Schulz, también ha salido en su defensa.

Pero el principal obstáculo de Jean-Claude Juncker no será lograr los 376 votos de los 751 del Parlamento. Será pasar la primera criba, el apoyo de los países, del Consejo, donde debe recabar al menos 260 de los 352 sufragios en liza. Roza la mayoría cualificada con los dedos, pero si Gran Bretaña cierra el acuerdo con Suecia, Holanda y Hungría, y si finalmente logra convencer a Italia -también está jugando su particular batalla para sacar tajada en el baile de altos cargos- la añorada mayoría de bloqueo podría ser un hecho. No les haría falta ni votar en contra, con una abstención valdría, lo que hace todo mucho más sencillo a la hora de vender políticamente tu decisión.

Las espadas siguen en alto y ayer, Merkel, volvió a reiterar su posición: «Ya he dicho que Jean-Claude Juncker es mi candidato y que quiero tenerle como presidente de la Comisión. Ha habido demasiadas declaraciones y tenemos que volver al camino responsable». El tiempo pasa pero aún hay margen de negociación. La fecha clave es la cumbre que se celebrará en Bruselas los días 26 y 27. Todo es posible y nadie descarta nada.