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Irak pide ayuda para frenar a Al-Qaida

Los yihadistas conquistan Mosul, la tercera ciudad del país, y reafirman sus planes de establecer un emirato

MIKEL AYESTARAN
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La bandera negra del Estado Islámico de Irak y Levante (EIIL) preside Mosul, ciudad de dos millones de habitantes situada 400 kilómetros al norte de Bagdad. El Ejército iraquí no ofreció apenas resistencia y tras cuatro días de asedio los milicianos del Estado Islámico de Irak y Levante (EIIL) entraron de forma triunfal para hacerse con el control de varios edificios gubernamentales y bases militares y liberar a cientos de presos de las cárceles. La captura de la tercera ciudad más importante del país, por detrás de Bagdad y Basora, refuerza el pulso integrista a un Gobierno central incapaz de sofocar el alzamiento que protagoniza el EIIL desde comienzos de año y devuelve a Irak a los peores años de la guerra sectaria con más de 4.660 muertos desde principios de 2014.

Tras hacerse con el control de la provincia de Anbar en enero, el grupo vinculado a Al-Qaida ha dado el salto a Nínive -ambas fronterizas con Siria- y, según alertan los mandatarios iraquíes, la siguiente parada será la Salahedín, donde en las últimas horas ya se han registrado ataques en el distrito de Sharqat, al norte de Tikrit, ciudad natal de Sadam Husein. Los insurgentes ven este avance la lucha de la minoría suní contra el Gobierno en manos de chiíes desde la caída de Sadam.

«La gravedad de la situación requiere la adopción de medidas necesarias y urgentes, así como acelerar la petición al Parlamento para que afronte sus responsabilidades y anuncie el estado de emergencia y movilización general», informó el primer ministro en funciones, Nuri al-Maliki, impotente para gestionar el desafío islamista desde hace seis meses. «Movilizaremos todos nuestros recursos financieros, políticos y populares para recuperar las zonas que los terroristas han controlado», anunció en su discurso Maliki, quien instó a las tribus del país a tomar las armas y luchar contra el EIIL, una estrategia similar al 'sahwa' implantado por Estados Unidos -por el que se pagaba a combatientes de la insurgencia suní en Anbar a cambio de su colaboración- que él mismo ha enterrado en los últimos años con su política sectaria. El mandatario chií concluyó su intervención pidiendo ayuda a la comunidad internacional ya que «todo el mundo sufrirá si el terrorismo se extiende».

En Mosul nunca funcionó la estrategia del 'sahwa' y desde 2003 ha sido un foco insurgente en el que ni los estadounidenses, ni Bagdad han logrado imponer su ley. En sus calles se han repetido las imágenes vistas en enero en Ramadi y Faluya con un Ejército en estampida dejando atrás vehículos y un arsenal de armas que ya controla la insurgencia.

El presidente del Parlamento, Osama el-Nujaifi, pidió investigar la negligencia de las fuerzas de seguridad y apuntó a la necesaria «cooperación» de la población «con las fuerzas armadas para combatir a estos grupos terroristas». El problema para Bagdad es que en las provincias de mayoría suní consideran «terrorista» al Gobierno chií y a las distintas milicias de esta secta que operan con total impunidad bajo el uniforme de las fuerzas de seguridad. Los partidos políticos kurdos -con importante presencia en esta ciudad de amplia mayoría árabe tras los planes de 'arabización' de la dictadura de Sadam en los ochenta- evacuaron sus sedes, y el Gobierno de la región autónoma del Kurdistán anunció su disposición para ayudar a los miles de desplazados. La región kurda se ha convertido en la zona más segura del país y allí han encontrado refugio los cristianos desde 2003, pero también los musulmanes que han huido de los recientes combates en Anbar y ahora Nínive. Además de kurdos, Mosul cuenta con otras minorías confesionales y étnicas como turcomanos y cristianos asirios.

Herencia de EE UU

El Estado Islámico de Irak nació como un movimiento para hacer frente a la ocupación de Estados Unidos y se ha convertido en un movimiento internacional que aspira a establecer un emirato entre Siria e Irak. Con el paso de los años ha centrado sus ataques en el Gobierno de Bagdad y contra las zonas chiíes del país que viven bajo el terror permanente de los coches bomba.

En abril de 2013, el grupo añadió a su nombre 'y el Levante' y anunció que comenzaba a operar también en Siria, pese a la negativa pública del sucesor de Osama Bin Laden, Ayman al-Zawahiri, que señaló al Frente Al-Nusra como su franquicia en suelo sirio. Abu Bakr al-Bagdado, líder del EIIL, no hizo caso a las órdenes del médico egipcio y mantiene el frente abierto a ambos lados de la frontera con el sueño final de instaurar un emirato con capital en Damasco.