ESPAÑA

La dirección del PSC intenta hacer la paz con los críticos

BARCELONA. Actualizado: Guardar
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A la espera de la convocatoria para principios de julio del nuevo partido, con el que dirigentes históricos del ala soberanista como Antoni Castells, Joaquim Nadal, Montserrat Tura o Marina Geli amenazan con presentarse a las elecciones municipales de 2015, la dirección del PSC hizo ayer un par de gestos dirigidos al sector crítico para tratar de restañar las heridas que amenazan con romper el partido.

Por un lado, la cúpula socialista, como pedía ese sector crítico, decidió restituir parcialmente de sus funciones a los tres diputados, Joan Ignasi Elena, Marina Geli y Núria Ventura, que se desmarcaron de la disciplina del partido en una votación sobre la consulta y permanecían apartados de facto de sus atribuciones parlamentarias. Podrán, por tanto, volver a intervenir en las comisiones y en los plenos, aunque de momento no recuperan sus portavocías.

Los tres diputados están a la espera desde hace seis meses de la resolución del comité de disciplina del partido, que debe decidir qué sanción les impone por romper la unidad de voto en la cámara catalana. En un principio se especuló con su expulsión, aunque la dirección busca vías para pacificar las grietas internas del partido, y una medida tan drástica como la expulsión no es el mejor bálsamo para las heridas abiertas por el proceso soberanista.

La cúpula del PSC además se pertrecha de cara al consejo nacional de la formación de este sábado, donde el primer secretario socialista, Pere Navarro, tratará de conseguir la ratificación al frente del partido después de que los críticos pidieran su cabeza tras el descalabro electoral en las europeas.

Navarro tuvo otro gesto conciliador con los catalanistas, cuando afirmó en el Círculo Ecuestre, sede de la burguesía catalana más conservadora, que la nueva Constitución debería reconocer que «Cataluña es una nación», en contra de la posición del PSOE, que en el manifiesto de Granada que propugnaba una reforma federal de la Carta Magna solo hablaba de nacionalidades.