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La culpa fue del tomate

El retraso en la entrada en vigor del acuerdo pesquero con Marruecos obedece ahora a las restricciones impuestas por Europa a Rabat sobre las exportaciones de frutas y hortalizas

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El acuerdo de pesca con Marruecos fue una proeza de la diplomacia comunitaria, sin embargo, se anunció antes de tiempo. El convenio, pese a su bendición parlamentaria, no es firme hasta que el Rey Mohamed VI lo ratifique y, precisamente, este último paso no se ha dado. Llevamos esperando la firma del monarca seis meses y en ese tiempo han ocurrido muchas cosas que afectan a los intereses de Marruecos y a los de Europa. Se ha vendido la piel del oso antes de cazarlo. La comisaria europea de Pesca, María Damanaki, tardó algo más de dos años en poner de acuerdo a las partes. Ambas han cedido lo suyo. El convenio pesquero garantiza a doce países miembros faenar en los caladeros marroquíes. A cambio, Europa pagará 40 millones de euros y exigirá a Rabat garantías de que la población del Sahara se beneficiará de este convenio internacional. Además, los armadores tendrán que aumentar la plantilla de marineros marroquíes en su flota pasando de dos a tres por barco. El convenio pesquero con Marruecos es clave para la flota del Golfo de Cádiz, amenazada por la competencia feroz que ejerce sobre ella la pesca en el Mediterráneo. Sin embargo, la rúbrica de Mohamed VI se retrasa y se eterniza en el tiempo. Marruecos es hábil a la hora de negociar y aprovecha cualquier descuido para volver al principio. En estos seis meses de impás, Europa ha anunciado restricciones a las exportaciones de frutas y hortalizas de terceros países al viejo continente, lo que afecta directamente al tomate de Marruecos. El Gobierno de Rabat no tiene intención de mover ficha en relación al acuerdo de pesca hasta solucionar el tema del tomate.