El obligado silencio de los Hermanos Musulmanes
EL CAIRO.Actualizado:El Cairo amaneció ayer blindado por las fuerzas de seguridad para proteger la investidura de Abdelfatah El-Sisi de posibles protestas o ataques. Pero hace ya meses que los Hermanos Musulmanes, los grandes perdedores del golpe de Estado, se quedaron sin apenas margen de maniobra, como se puso de evidencia en las jornadas electorales, que trascurrieron tan tranquilas como el día de ayer.
Reprimidos, arrinconados y desaparecidos de los medios de comunicación egipcios, sus protestas se circunscriben desde hace meses a barrios de la periferia de la capital y a algunas ciudades de provincias, donde ayer hicieron aparición pequeñas concentraciones de apoyo al derrocado Mohamed Mursi. Las universidades, que habían quedado como último reducto para hacer oír sus reivindicaciones, están hoy tomadas por la Policía.
Desde la cárcel, Mursi pedía a los egipcios la semana pasada que continuaran con su revolución pacífica contra los golpistas y ayer, la alianza de fuerzas islamistas contra el golpe aseguraba que la asonada «acabará fracasando, si Dios quiere». Pero después de que la cofradía haya sido declarada grupo terrorista, miles de sus seguidores hayan muerto a manos de las fuerzas de seguridad y muchos más hayan sido encarcelados, su capacidad de actuación ha sido, por el momento, desactivada.