Aaron quería otro Columbine
Un joven es reducido y detenido después de matar a un estudiante herir a otros dos en una universidad metodista en el norte de EE UU
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarUn joven de 26 años con apellido vasco al que no se le conoce ningún nexo con España es el presunto responsable del último tiroteo ocurrido en una universidad de EE UU. Pero si Aaron Ybarra lo hizo en busca de popularidad, Jon Meis le ganó la mano cuando le roció con gas pimienta y le arrebató la pistola, tras agarrarle por el cuello.
El joven estudiante convertido en héroe del día había aprovechado los segundos en los que Ybarra recargaba el arma para desactivar la masacre que éste tenía preparada. Quedaban en el suelo ensangrentados los cuerpos de tres estudiantes, uno de los cuales moriría después en el hospital. Ese joven de 19 años es, por ahora, la única víctima mortal del incidente que puso en estado de sitio la universidad metodista Seattle Pacific, tan conservadora que prohíbe las relaciones sexuales fuera del matrimonio o cualquier conducta homosexual, y hasta 1990 no permitía los bailes. Cuando el miércoles se produjo el tiroteo faltaban sólo dos días para terminar el curso escolar.
Ybarra no era estudiante de esa universidad, ni de ninguna otra universidad privada. Su discapacidad lectora no le había permitido graduarse pero llegó a asistir a la comunitaria de Edmonds, cuyo presidente, Jean Hernandez, se lamentaba ayer de que uno de sus exalumnos hubiera traído la violencia de las armas tan cerca de casa.
El pistolero, al que nadie creyó nunca capaz de algo así, hacía prácticas de tiro, seguía páginas de amantes de las armas en Facebook y estaba fascinado por la matanza del Instituto Columbine de Colorado, que intentaba repetir en esta universidad de Seattle para luego suicidarse. Sus amigos, tan fieles que ayer prometían visitarle en prisión, aseguraban que era la última persona de la que hubieran esperado algo así. Desde que le arrestaron por conducir ebrio no bebía nada de alcohol, no se drogaba y pasaba el tiempo escribiendo novelas de aventura y guiones de cine. Por fin acababa de conseguir un trabajo, aunque fuera en un supermercado, lo que le hacía tan feliz que salió con sus amigos a celebrarlo. «Ayer mismo me llamó y me preguntó si íbamos a pescar. Es un tipo feliz y simpático que nunca te dejaría colgado. Esto no tiene sentido», dijo al diario local Zack McKinley, que se considera uno de sus mejores amigos.
Ninguno tan impactado como su padre, Ambrose Ybarra, con quien vivía en Mountlake Terrace, 15 minutos al norte de Seattle. «No sabemos nada, sólo esperamos que esté bien», dijo a la prensa que le acosaba. «Soy un hombre de familia, en este momento lo único que quiero es abrazarle. Necesitamos hablar de lo que ha pasado. Estamos muy trastornado con las acusaciones que nos están lanzando, necesitamos recuperar la calma».
El consulado de España en San Francisco, que se ocupa de la costa Oeste de EE UU, dijo no tenerle registrado y aclaró que muchos de los Ybarra de EE UU proceden de México.