
Un 36% de los españoles tolera las amenazas a la mujer o el control en su forma de vestir
Una encuesta revela que los ciudadanos tienden a exculpar a los agresores con el argumento de que son víctimas de una enfermedad mental
MADRID. Actualizado: GuardarLos españoles, incluidas las mujeres, siguen mostrándose comprensivos con ciertas formas de maltrato machista que no comportan necesariamente el ejercicio de la violencia física. Aunque una abrumadora mayoría considera inaceptable la violencia de género en la pareja (92%), un 36% justifica comportamientos como las amenazas verbales, las agresiones sexuales, el menosprecio o el control de las entradas y salidas de la mujer. Por añadidura, casi cuatro de cada diez encuestados tienden a exculpar a los agresores al considerar que son víctimas de una enfermedad mental.
De acuerdo con el 'Estudio Percepción Social de la Violencia de Género 2013', realizado a finales de 2012 por el CIS a partir de 2.580 entrevistas a mayores de edad y residentes en España, los ciudadanos tienen una visión muy reducida de la violencia de género. Identifican el fenómeno con las palizas, pero no con los reproches a la manera de vestir, los celos exacerbados o la censura de sus amistades. Es lo que el experto Gerardo Meil, catedrático de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid, llama «violencia de control». Así las cosas, hay una inercia a ver el maltrato como algo inevitable y justificado en determinadas circunstancias, un sentimiento que comparten el 32% de los hombres y el 29% de las mujeres.
Este dato induce a pensar que existe una violencia invisible que no se refleja en las estadísticas porque las mujeres que la soportan no la identifican como tal. Un reciente estudio de la UE revelaba un dato aparentemente contradictorio: los países nórdicos, a la vanguardia en los avances de los derechos de la mujer, presentan proporciones de violencia de género que duplican a la de España. Ese maltrato oculto, específicamente español, puede explicar tal disparidad.
Junto a este afán controlador, persiste una tolerancia hacia la desvalorización de la mujer (aceptada por el 10% de hombres y 8% de mujeres), las amenazas verbales (7% y 6%), la violencia sexual (2%) y la física (2% en varones y 1% en el sexo contrario).
Además, están muy arraigados prejuicios que tienden a culpabilizar a la víctima. Un 35% estima que si las mujeres padecen malos tratos es porque lo consienten. Los estereotipos que eximen al maltratador de su conducta abundan en personas de mayor edad y menor nivel de estudios.
Dependencia económica
El sentimiento de que la violencia de género es irremediable encuentra algunos adeptos. Es cierto que un 92% la rechaza de plano, pero un 2% la consiente en determinadas circunstancias y un 6% la justifica con el argumento de que siempre ha existido. A la luz del estudio, se desprende que las mujeres aguantan la violencia machista por sus hijos (89%) o por su dependencia económica respecto al cónyuge (67%).
Llama la atención las divergencias profundas en la forma de juzgar las desigualdades entre hombres y mujeres. Mientras un 72% de las ciudadanas ven la brecha «muy o bastante grande», los varones rebajan la cifra al 49%. De nuevo surgen las discrepancias cuando se trata de informar de los casos de violencia machista de que se tiene constancia en el entorno cercano. Un 35% de las mujeres conocen a una víctima entre sus amistades, vecinas o familiares, frente al 25% de los hombres.
Para la secretaria de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, Susana Camarero, los patrones de conducta machista son especialmente preocupantes entre los adolescentes. A la vista de estos comportamientos, Camarero subrayó que la próxima campaña contra la violencia de género va a estar destinada a la población más joven, con el fin de que pueda distinguir con facilidad las primeras señales de maltrato.
Pese a las adversidades, hay salidas. Camarero apostó por romper la barrera de silencio que rodea al maltrato, algo que es posible hacer. No en balde, un 72% de las víctimas se ha separado de sus agresores. La secretaria de Estado reconoció, no obstante, que «todavía denuncian pocas mujeres». Y en el recuento de mujeres asesinadas por sus parejas se revela que el 80% de las fallecidas no acudieron a la comisaría. Camarero expresó su preocupación por la presencia de hijos en los hogares donde se produce violencia machista.
Las desventajas que lastran el desarrollo de la mujer acontecen en el ámbito de la conciliación familiar y profesional, pero no en el acceso a la educación.