Demasiadas revisiones y visitas «al taller»
El Rey ha tenido que ser intervenido por distintas razones en catorce ocasiones, nueve de ellas desde 2010 hasta hoy Un polémico safari en Botsuana, que acabó en rotura de cadera, marcó el declive físico del Monarca
MADRID.Actualizado:El ocio ha minado la salud de Juan Carlos I, casi tanto o más que las enfermedades comunes. La única dolencia presumiblemente grave que ha tenido en su vida el Rey de España ha sido la extirpación en 2010 de un tumor en el pulmón derecho, que se sospechó maligno, pero que finalmente resultó no ser tan grave. En cambio, sus viajes -no los de trabajo, sino los de tipo recreativo- le han obligado a tener que realizar una larga lista de visitas «al taller» de reparaciones, que es la célebre expresión que él mismo utilizó en una ocasión para referirse al quirófano.
Una caída esquiando en Suiza le fisuró la pelvis en 1983; también en Baqueira se rompió una tibia en 1991. Aunque la lista es larga, el accidente que le ha traído por la calle de la amargura se produjo hace dos años en Bostwana. Un 14 de abril de 2012, mientras el país vivía los peores envites de la crisis económica, con la prima de riesgo disparada y las cifras de paro subiendo sin control, los ciudadanos se despertaban con la noticia de que el monarca se había roto la cadera de madrugada, cuando cazaba elefantes en Botsuana acompañado de una princesa alemana llamada Corinna, que resultó ser una amiga. Su salud, posiblemente su vida, cambió de manera radical aquel día. Comenzó para Juan Carlos I un peregrinaje por clínicas y hospitales que, sin duda, habrá influido en la abdicación anunciada ayer. «Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir», dijo al salir del hospital San José de Madrid, en un gesto sin precedentes en la historia de la Corona española.
«Os gustaría matarme»
El golpe, el trauma físico, fue de los que dejan huella. Su «maltrecha cadera», como se refirió a ella el Rey en la Cumbre Iberoamericana de Cádiz de ese mismo año, le ha llevado a ser intervenido hasta en cinco ocasiones en la cadera derecha. A todas ellas, se suma una cirugía más en la articulación de la izquierda, castigada por la artrosis propia de la edad.
Precisamente enn una de esas 'revisiones', fue cuando en un gesto que quiso ser de amabilidad con la Prensa dijo aquello de que volvía «al taller». La broma pretendía compensar la airada contestación que el jefe del Estado había dado a los periodistas que le preguntaron por su salud en una de esas idas y venidas al hospital. «Lo que os gusta es matarme y ponerme un pino en la tripa todos los días en la Prensa», les dijo.
No había inquina. Lo cierto es que la caída durante el safari se complicó más de lo que le hubiera gustado al Rey. Cuando todo parecía haber salido de perlas, la cosa se torció. En septiembre del año pasado, después de haber superado incluso otra cirugía más, esta vez de hernia discal, una infección obligó a intervenir por cuarta vez la cadera derecha. Hasta un 2% de este tipo de prótesis se infectan y acaban generando lo que los especialistas consideran «la complicación más temida y catastrófica que puede darse en una pieza artificial», por los graves riesgos que entraña. Había, por tanto, una posibilidad entre cincuenta de que pasara algo así y le tocó a Juan Carlos I.
Por la privadaLad
La Casa Real no quisó entonces correr riesgos y buscó a uno de los mejores cirujanos del mundo, un especialista en la materia. El elegido fue Miguel Cabanela, un gallego de la reconocida Clínica Mayo, conocido en Estados Unidos como 'el hombre de la cadera' por su dilatada experiencia de más de 40 años en este tipo de intervenciones. El experto dividió la cirugía en dos tiempos. El primero para sanear la infección y colocar una prótesis provisional y el segundo para rematar la 'jugada' y colocar la pieza definitiva.
El historial clínico del jefe del Estado incluye catorce ingresos en el quirófano, nueve de ellos en los últimos cuatro años, con los que no ha demostrado excesiva confianza en el sistema público de salud. Sólo uan vez ha sido intervenido en un hospital de la red. Fue en el Clínico de Barcelona, donde se le extirpó el nódulo pulmonar que se creyó que era un tumor maligno. «En España debemos estar orgullosos de la Sanidad pública que tenemos», comentó al salir, aunque nunca más ha recurrido a ella.
Su reaparición en la Pascua Militar de enero marcó el principio del fin. Aún con muletas, sin haberse recuperado de la última intervención, el Rey tuvo serios problemas para le er un discurso, se le vio fatigado y se equivocó en varias ocasiones durante la lectura del discurso. Ese día decidió dejarlo.
años tiene el Rey, en los que ha entrado al quirófano 14 veces, la mayoría por accidentes en tiempo de ocio.