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Un congreso a la gallega

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El PSOE ha prometido reiteradamente que tenía en estudio cambios radicales del modelo de partido para introducir mecanismos de participación popular en la toma de decisiones y en la selección de candidatos a las instituciones. Incluso se anunciaron las primarias autonómicas y municipales previas a las elecciones de mayo y las correspondientes a las elecciones generales. Y en estas circunstancias, resultaba frustrante, en efecto, la convocatoria de un congreso extraordinario como respuesta a la dimisión de Rubalcaba, al fin convencido de que su tiempo ha pasado y de que debe dejar camino expedito a la renovación generacional, con personas incontaminadas y sin pasado político relevante.

Así las cosas, tenía todo el sentido la pretensión de Eduardo Madina, quien ha condicionado sus aspiraciones a la secretaría general a la apertura del Congreso a toda la militancia, de acuerdo con el modelo que ya se utilizó en Galicia. En consecuencia, si prospera la propuesta, que Rubalcaba ha sometido a los líderes territoriales, los 240.000 afiliados socialistas podrán votar al nuevo secretario general. Habrá que improvisar los procedimientos.

Por esa vía, el PSOE habrá dado un paso importante hacia la plena transparencia democrática y podrá conseguir la estabilidad, sobre todo si aclara a tiempo y de manera definitiva si el secretario general será o no el candidato a la presidencia del Gobierno. Pero se equivocarían los socialistas si pensaran que con este paso han resuelto sus problemas de conectividad con el cuerpo social y de credibilidad ante el electorado.

La izquierda europea en general y la española en particular no han sabido responder a la crisis con armas ideológicas propias, como por ejemplo ha hecho Obama en EEUU, y con un éxito apreciable por cierto. El hundimiento de las formaciones socialdemócratas se debe a su aceptación acrítica de la ortodoxia neoliberal, administrada además con una severidad y una contundencia que han dejado graves secuelas en el cuerpo social. En consecuencia, quien gane el congreso socialista y/o quien se dispute con Rajoy la primacía en las próximas generales deberá dotarse de un proyecto ambicioso, coordinado con sus homólogos europeos, que resulte convincente y que tome en cuenta la necesidad de redimir a los damnificados por esta doble recesión, especialmente los parados y quienes han visto decrecer los apoyos sociales que les mantenían en pie.