Francia, 'el enfermo de Europa' se agrava
Actualizado:Francia parece haber relevado a España en la unidad de cuidados intensivos europea. Si hace unos años la prensa del continente y en particular la alemana hablaba de ‘el paciente español’, en la actualidad tan poco honorífico título ha pasado al país vecino.
Así lo corroboraba en una entrevista publicada por el diario galo ‘Les Echos’ el multimillonario inversor estadounidense de origen húngaro, Geoge Soros, quien considera que la economía francesa ya va “por detrás” de la española o la italiana. Aunque las causas del retraso que identifica Soros pueden ser bastante discutibles y propias de un especulador financiero, lo cierto es que todos los dedos de los gurús apocalípticos y expertos en adivinar desastres inminentes apuntan desde hace tiempo a Francia.
Al igual que en España, el gran lastre de la economía francesa y principal hipoteca del Gobierno socialista del presidente François Hollande es el paro. La prensa gala hablaba este pasado jueves de la ‘excepción francesa’ al comentar el aumento del desempleo al contrario de lo que sucede en el resto de los países europeos, donde los índices han comenzado a reducirse. Las oficinas de desempleo en Francia registraron en abril a 14.800 nuevas personas sin ningún tipo de actividad, lo que sitúa el número total en un récord histórico de 3.364.100 de parados. Si se tiene en cuenta a las que solo trabajan a tiempo parcial y se incluyen los territorios de ultramar, la cifra supera los cinco millones.
Este malísimo dato económico se conoce cuatro días después del tornado que se ha abatió sobre el paisaje político francés el pasado domingo y que colocó al Frente Nacional de Marine Le Pen como la fuerza política más votada con el 25% de los sufragios emitidos. Uno de los factores más inquietantes es que la escalada de Le Pen se produce a la par que el hundimiento de los dos grandes partidos.
En solo dos años, los socialistas han sufrido una pérdida de votos y de credibilidad espectacular. La acrobacia política de atacar las medidas de austeridad en Europa para luego comprometerse con Bruselas en recortar 50.000 millones de gasto público en tres años ha hundido la popularidad del presidente François Hollande. El primer ministro Manuel Valls ha afrontado el reto de mantener el barco del Gobierno y no disolver la Asamblea Nacional. Sin embargo, el naufragio puede provenir precisamente de la propia nave del PS, en la que un buen número de diputado socialistas se niegan a secundar la política de reducción de gasto y apoyar con sus votos los proyectos del jefe del Gobierno.
En el campo conservador el panorama es también bastante tétrico, pese a estar en la oposición. El presidente de la UMP (Unión para un Movimiento Popular), Jean François Copé, dimitió el pasado martes por un caso de corrupción que también salpica al expresidente Nicolas Sarkozy. El escándalo, que recuerda al de Gürtel en España, ha recibido el nombre de Bygmalion por la empresa Bygmalion y su filial Events & Cie, especializada en organizar los actos electorales del partido. Esta firma, gestionada por dos amigos de Copé, además de lucrarse de los cuantiosos contratos del partido, emitió facturas falsas para ocultar el sobrecoste de la campaña electoral de Sarkozy.
El paisaje francés después de la batalla de las europeas es desolador. Con los partidos a la izquierda del PS reducidos a un papel testimonial, las dos grandes formaciones tienen ante sí un terreno minado, que además deben afrontar más débiles que nunca. Mientras, Marine Le Pen espera rentabilizar el menor descalabro para reforzarse y demostrar que el voto de las europeas no fue solo fruto del cabreo.