Barbadillo nombra a sus nuevos miembros de la Orden de la Solear

En la Edad Media, los reyes seleccionaban a sus súbditos más valerosos, distinguidos y, sobre todo, fieles, y les hacían merecedores de la Orden de Caballería para que defendieran su reino. Esa impronta de caballero se ha mantenido en uno de los rincones viticultores por excelencia de la provincia, en Sanlúcar, donde se sigue reconociendo la fidelidad con esta misma distinción, a la que se ha unido la de dama para las señoras. El protagonista no es un rey, sino una reina, Su Majestad la Manzanilla. Así, las bodegas Barbadillo celebraron ayer el acto de presentación del 'Capítulo de la Orden de la Solear 2014', en la que se distinguió a sus nuevos caballeros y damas. Los elegidos este año han sido Catalina Luca de Tena García Conde (presidenta-editora del periódico ABC) , Jorge Baber Baldo, Juan Bey Barrena, Manuel Espina Larios, Juan Ruiz Ariza, Emilio Saez Van Eerd, José Luis Saez, Concha Dearnaude Ortiz, José Ramón Ripoll Salomón, Pilar Velarde, Manuel Lombo y Peter Liem.

Y como todo acto solemne que se precie, éste también ha tenido su maestro de ceremonias, en este caso la maestre de la 'Orden de la Solear', Rosario Pérez Barbadillo. Además, asistió el actual presidente de la misma, Felipe Benítez Reyes, que durante este año ha ostentado este cargo «en reconocimiento a su continuo esfuerzo por comunicar las virtudes de la manzanilla Solear». En este evento se ha nombrado como presidente para el próximo año al profesor Alberto González-Troyano.

Hay que recordar que la 'Orden de la Solear' nace en el año 1979 por iniciativa de Juan Carlos Barbadillo Argüeso y Antonio Pedro Barbadillo Romero con el objeto de «distinguir a aquellas personas que han demostrado una especial entrega y dedicación a la manzanilla».

Damas y caballeros han participado de un «distinguido pero divertido ceremonial de ingreso» en el que se lee el siguiente juramento: «En Bodegas Barbadillo, y en el Claustro de la Orden, presto juramento y digo que la Solear será mi manzanilla y mi vino que no habrá otro en mi mesa, ni otro daré a mis amigos. Si no cumplo mi promesa, me lo demanden mis hijos, y donde quiera que vaya tenga el agua por castigo».