Egipto vota en la gran fiesta de El-Sisi

«Estamos de boda hoy.. El-Sisi es el novio y la novia es Egipto». Bailando sin rubor y con varias espontáneas de coristas, el funcionario Magued Naguib Mahfuz, que peleó en la guerra de 1973 contra Israel, resumía ayer frente a un colegio electoral del barrio de Imbaba el espíritu de la jornada: la culminación del idilio entre el exjefe del Ejército y sus numerosos seguidores, que convirtieron los comicios presidenciales en una gran fiesta en su honor. En un Egipto paralelo, los opositores al golpe de Estado se sentían ayer ajenos a una realidad que les ha dado la espalda.

Tanto Abdelfatah el-Sisi como su único rival, el izquierdista Hamdin Sabahi, depositaron ayer su voto a primera hora de la mañana. La cita, en el primer día de los dos en los que 53 millones de egipcios están llamados a las urnas, trascurrió de forma tranquila a pesar de que desde el entorno de Sabahi denunciaron el arresto de cuatro de sus interventores y un miembro de la campaña de El-Sisi murió tiroteado a las puertas de su casa en el feudo islamista de Kerdasa, aunque la Policía no vinculaba ayer el crimen con motivaciones políticas.

Ayer, día de mercado en esta localidad a las puertas de El Cairo y donde el tiempo parece haberse detenido en algún punto anterior al golpe de Estado, señoras cargadas de fruta y verdura hacían sus compras ajenas a la jornada electoral. En las polvorientas calles sin asfaltar del pueblo nadie sabía indicar dónde se encontraban los centros de votación. Pasado el cementerio, el único colegio habilitado para votar, a las afueras de la localidad -«para evitar problemas de seguridad», según reconocía un policía-, estaba prácticamente desierto y los vocales mataban el aburrimiento con el móvil. Escritos con spray en los muros de la escuela, los nombres de víctimas de la represión de las fuerzas de seguridad, que ha dejado cerca de 2.000 muertos desde el golpe liderado por El-Sisi, recibía a los escasos votantes.