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Francisco visita Tierra Santa en medio del rompecabezas político de la zona
El Papa, que rechaza utilizar el coche blindado, conmemora en este viaje los 50 años del encuentro entre Pablo VI y el patriarca ortodoxo
ROMA. Actualizado: GuardarJorge Mario Bergoglio ya estuvo una vez en Tierra Santa, en 1973, pero fue una experiencia rara, aunque significativa. Pasó dos días en Galilea, pero al llegar a Jerusalén estalló la guerra del Yom Kippur. La embajada argentina le aconsejó no salir del hotel y se pasó dos días en el American Colony leyendo la biblia. Mañana vuelve como Papa y pretende que sea una viaje «estrictamente religioso», pero no podrá aislarse como entonces del rompecabezas político de la zona. Es evidente que este viaje a tres países en tres días, con 14 discursos en italiano, está repleto de momentos intensos, y también de obstáculos y trampas, con la pretensión de cada parte de utilizar políticamente su imagen. El Papa es consciente de ello y ya ha tomado sus decisiones. Entre ellas, rechazar una vez más el coche blindado.
El gran objetivo de Francisco es conmemorar la visita de Pablo VI a la región en 1964, el primer viaje de un pontífice al extranjero, que incluyó el histórico abrazo al patriarca ortodoxo de Constantinopla, Atenágoras, cabeza de esta confesión, tras mil años de cisma. Francisco quiere celebrar esos 50 años y se abrazará con el actual patriarca, Bartolomé I.
El primer problema es el propio itinerario. La agenda ha exigido reuniones agotadoras con atención a los matices. Por primera vez, la Santa Sede habla de 'Estado Palestino', desde que fue admitido como observador en la ONU en 2012. Empezando el viaje por Jordania, el Papa evita elegir a quién da prioridad, si a los palestinos o los israelíes. Para los primeros es un éxito que vaya antes a Cisjordania, aunque les indigna que no acuda a Jerusalén Este. Para ir luego a Jerusalén, que está a ocho kilómetros de Belén, el Papa tiene que coger el helicóptero, ir a Tel Aviv, 40 kilómetros más allá, y sólo después, volver a la ciudad santa. Para el Estado hebreo, no obstante, incluir por tercera vez consecutiva en una visita papal los encuentros con las autoridades -tras Juan Pablo II y Benedicto XVI- consolida el reconocimiento de Israel por parte de la Santa Sede. Cuando fue Pablo VI en 1964 evitó contactos oficiales y ni mencionó la palabra 'Israel'. El Vaticano no lo reconoció hasta 1993.
Medidas de seguridad
La seguridad ha creado especial preocupación en Israel, donde radicales de extrema derecha han atacado en las últimas semanas propiedades cristianas. Temen que en los acuerdos entre su país y la Santa Sede, abiertos hace veinte años, se haya pactado la entrega del Cenáculo al Vaticano, lo que consideran un ultraje, pues para los judíos allí está la tumba de David, aunque sólo se basan en unas líneas de la Biblia y no hay evidencias arqueológicas. Israel desmiente el acuerdo. El Gobierno, que ha emitido órdenes de alejamiento los activistas y desplegará 8.000 policías. El Papa ha rechazado, como siempre, el coche blindado, aunque sólo tendrá dos baños de masas en vehículo descubierto, en Ammán y en Belén.
Como el Papa ha querido centrarse en el encuentro con el líder ortodoxo ha salido un viaje «breve, pero intenso». Es la raíz de muchos problemas de agenda. Por ejemplo, no hay encuentros con representantes de otras religiones. Bergoglio lo ha paliado con una iniciativa sin precedentes: le acompañan en el séquito, un rabino y un líder musulmán de Argentina, amigos suyos.
Como era de esperar, pese al tacto en la organización, hay reproches para todos los gustos. Uno de los principales es de los propios cristianos. Tras la misa de Ammán sólo hay otra en Belén, en una plaza pequeña, como mucho 10.000 personas, y con los graves problemas de acceso a la ciudad por los vetos de movimientos del Gobierno judío. En Israel ni una misa y esta vez el Papa no va a Galilea, donde hay más cristianos. Es más, en la ciudad vieja de Jerusalén habrá toque de queda y Francisco se cruzará con cuatro gatos. Sólo 1.200 personas, casi todos religiosos, podrán asistir a los diversos actos.
La visita al monte Herzl, a dejar unas flores en honor del fundador de sionismo, levantó ampollas entre los palestinos, mientras es un triunfo para los israelíes. Y el patriarca maronita libanés está amenazado por Hezbolá por ir a Israel, el enemigo.