Con la nariz tapada
Actualizado: GuardarCada estación del año tiene su peculiar cortejo sintomático. El verano es la época menos sindrómica, pero nadie se salva de algún que otro empacho o resfriado a destiempo por culpa de las climatizaciones. El otoño, con su languidez e intromisión a los adentros, es dado a la melancolía y a los prolegómenos catarrales. Del invierno, las estrellas sintomáticas están relacionadas con los procesos gripales. La fiebre, la postración, el mal cuerpo y el no poder con el alma se encuentran en la rutina diaria. En la primavera todo huele a alergias. El despertar atronador de la naturaleza hace que todo lo verde irrumpa de forma exabrupta. Picor de ojos y de nariz, estornudos, dificultad respiratoria, y sobre todo nariz tapada, son la comidilla de cualquier conversación.
Así, de esa manera, con el apéndice nasal a salvo de los efluvios y hedores que manan de nuestra clase política es como debemos acudir a votar el próximo domingo. Dicen que está en juego nuestro futuro, y no les faltan razones. Dependemos del Parlamento Europeo para todas las decisiones que afectan a nuestra vida doméstica, hasta en sus más mínimos detalles. Es el momento de decidir si preferimos una Europa social o una Europa del capital. Si la ciudadanía va a ser el centro de todos los debates o por el contrario serán los mercados los que impongan sus normas. Si optamos por repartir con mesura y equidad o especular de manera desalmada. Si escogemos integrar a los distintos o elevamos las alturas de nuestros muros. Si elegimos un futuro verde o negro como el carbón. Si aspiramos a que nuestros hijos e hijas tengan posibilidades de desarrollar sus valías o que estén condenados al vasallaje. Si deseamos una sociedad entre iguales o anhelamos otras épocas en las que se les escatimaban derechos a la mitad de la población, a saber, nuestras madres, hermanas, compañeras, hijas y amigas.
Se puede votar de intención, en las encuestas o a pie de urnas, pero sólo hay una válida, depositando tu papeleta. Podemos votar con la cabeza, con el corazón, con los sentimientos, con rebeldía, con resignación, con rabia, con indignación, de la manera que queramos, pero acudiendo a los colegios electorales. Podemos hacerlo habiendo escudriñado los programas electorales, o solo pensando en los candidatos y candidatas que luzcan el mejor verbo. Lo podemos hacer pensando en una persona en concreto o en unas siglas. A los de siempre o a los que dicen venir con ideas novedosas
De la forma que sea, aunque tengas que acudir con la nariz tapada para evitar las emanaciones de la desafección política, no dejes de acudir a tu cita el próximo domingo.