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La violencia regresa al este de Ucrania
En la recta final para las elecciones del domingo, nuevos combates entre el Ejército de Kiev y las milicias prorrusas dejan al menos 34 muertos
DONETSK. Actualizado: GuardarUcrania votará en las elecciones presidenciales del domingo con un ojo puesto en Lugansk y Donetsk, las dos provincias que se han declarado independientes, donde después de unos días de relativa calma se reanudaron los combates entre milicias prorrusas y Ejército. Dos autoproclamadas repúblicas independientes donde las nuevas autoridades llaman al boicot del proceso. El balance realizado por Kiev y los insurgentes eleva a 34 el número de muertos -veinte civiles, según los insurgentes, y catorce militares, según el Ministerio de Defensa-, pero como ocurre desde el inicio de la «operación antiterrorista» al este del país las cifras son imposibles de verificar.
Al menos catorce soldados perdieron la vida -trece de ellos en el asalto rebelde a un puesto de control en Volnovaja, 60 kilómetros al sureste de Donetsk-, según los datos ofrecidos por el presidente interino, Alexánder Turchínov, que adelantó el inicio de la «última fase de la operación militar» en el este coincidiendo con la cita con las urnas. Ucrania solicitó una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU para presentar pruebas contra Rusia, a la que acusa de estar detrás de este repunte de la violencia cuyo objetivo último sería «obstaculizar el proceso electoral». La versión ofrecida por el bando prorruso fue radicalmente opuesta y sus portavoces denunciaron que los ataques de las fuerzas ucranianas en Volnovaja causaron veinte muertos y 42 heridos.
Otro militar murió en un combate cerca de la localidad de Rubézhnoe, en la región vecina de Lugansk. Las autoridades insurgentes de esta provincia decretaron la ley marcial «debido al inicio de acciones militares de las Fuerzas Armadas ucranianas» y declararon «la movilización total» de los hombres entre 18 y 45 años. En Lugansk opera el llamado Ejército del Sureste rebelde y sus responsables, en declaraciones a medios rusos, denunciaron «una gran ofensiva de la Guardia Nacional» en las afueras de Lisichansk, donde se encuentra Rubézhnoe.
La cita con las urnas se acerca y Kiev parece dispuesto a hacer un nuevo esfuerzo militar para que los ciudadanos puedan votar el domingo. El Ejército, calificado de «fuerza ocupante» por las autoproclamadas autoridades separatistas, estaría preparando «el asalto de Donetsk», según los mandos rebeldes, que esperan «provocaciones por las elecciones presidenciales. La junta de Kiev ha perpetrado masacres y genocidios». Desde Moscú se denunció también la estrategia de Kiev que, en palabras del portavoz de Exteriores, Alexánder Lukashévich, «no sólo no ha cesado, sino que ha aumentado el nivel de la operación de castigo con su propio pueblo y está atacando ciudades en el este».
Creación de Nueva Rusia
Tras ocupar una docena de edificios públicos y organizar un referéndum carente de cualquier mínima garantía, los separatistas pidieron una vez más a Rusia de manera «oficial» que reconozca su desanexión de Ucrania, pero Moscú no ha dado este paso. El silencio ruso, unido a la condena pública del uso de las armas por parte de Rinat Ajmetov, hombre más rico de Ucrania y dueño de la mayor parte de empresas de Donetsk y Lugansk, han frenado el ritmo de un proceso cada día más estancado.
Para combatir esta sensación de punto muerto Pavel Gubarev, autoerigido gobernador popular de Donetsk, presentó en sociedad el movimiento Novorossia (Nueva Rusia), que recupera el nombre histórico empleado en la época zarista para referirse al sur y este de la actual Ucrania, conquistada por el imperio ruso en el siglo XVIII. Tras proclamar la independencia de Donetsk y Lugansk, la Nueva Rusia debería extenderse a Odesa, Jersón, Mykolaiv, Dnepropetrovsk y Zaporizhia para completar sus fronteras históricas, el auténtico cinturón industrial y la zona más densamente poblada de la actual Ucrania.
La bandera elegida por el movimiento es la cruz de San Andrés, «porque Rusia y Cristo están con nosotros», según Gubarev, y ya tienen su periódico semanal en la calle para «seguir los pasos del 'Iskra' publicado por Lenin en la revolución de 1917». Legado comunista y religión de la mano una vez más en esta nueva forma de panrrusismo exportada con éxito por Vladímir Putin a Crimea y que en Donetsk y Lugansk tratan de implementar lo más rápido posible.