
Rusia abre de par en par al dinero china
Pekín accede a los sectores estratégicos rusos a cambio de suscribir el contrato del gas con un Putin necesitado de apoyos
MOSCÚ. Actualizado: GuardarDespués de cuatro días de intensas negociaciones -las del martes duraron hasta las cuatro de la mañana de ayer- el presidente Vladímir Putin pudo dejar Shanghái tranquilo después de presenciar la firma del megacontrato para suministrar gas a China durante 30 años a partir de 2018. El monto total de la operación asciende a 400.000 millones de dólares (293.000 millones de euros) para un volumen anual de 38.000 millones de metros cúbicos de gas.
Alexéi Miller, el jefe de Gazprom, la suministradora rusa, se reservó lo que costarán los mil metros cúbicos de hidrocarburo amparándose en el «secreto comercial». Pero de las cifras facilitadas se deduce que su precio asciende a 350 dólares (256 euros), algo más caro de lo que China paga a Kazajistán, Turkmenistán o Uzbekistán, pero más barato que el que Rusia vende a los países de la UE, a una media es de 300 euros. Ucrania va aparte porque tiene establecido una tarifa de castigo, 355 euros, aunque no la está pagando.
La aceptación del contrato de gas tendrá para Pekín multitud de contrapartidas altamente ventajosas en otros ámbitos. Por ejemplo, los límites a las inversiones en los llamados sectores estratégicos de la economía rusa, los que atañen a los yacimientos de materias primas, se levantarán para las empresas chinas. Éstas optarán también a numerosos e importantes proyectos de infraestructuras, uno de ellos la ampliación de las líneas del metro de Moscú, al que también aspiran firmas españolas. Los chinos podrán además adquirir el 49% de la planta de gas licuado de Vladivostok.
El líder opositor Borís Nemtsov llama la atención sobre el hecho de que el beneficio de Gazprom quedará muy reducido porque, según reconoció Putin, tendrá que invertir 55.000 millones de dólares (40.000 millones de euros) en la explotación de los yacimientos de Yakutia, de donde procederá el gas, y en el gaseoducto que lo lleve hasta China. Pero el ambiente en Moscú era de satisfacción y las acciones de Gazprom subieron un 2%.
Amenazado por la estrategia occidental de aislamiento por la crisis de Ucrania, Putin habló en Shanghái del vecino eslavo a cuatro días de la crucial celebración de los comicios presidenciales. Y anticipó que «será difícil para nosotros mantener relaciones con personas que han llegado al poder en un contexto de tensión», sugiriendo lo que sus colaboradores repiten a diario: que lo de finales de febrero en Kiev fue un golpe de Estado. El jefe del Kremlin condenó también que las elecciones tengan lugar mientras «se está llevando a cabo en el sur y sureste de Ucrania una operación de castigo», en referencia a los desesperados intentos militares de reducir a los grupos armados separatistas que controlan una docena de localidades en las regiones de Donetsk y Lugansk.
Para Putin, habría sido «más limpio desde el punto de vista legal» haber reformado primero la Constitución, convocando para ello un referéndum sobre la federalización del país y la concesión de una mayor autonomía a las regiones, y sólo después «elegir a un presidente y un Parlamento» sobre la base de la nueva Carta Magna. Este punto de vista lo ha estado defendiendo el jefe del Kremlin con 40.000 soldados desplegados en la frontera con Ucrania. Las sanciones de Occidente y la advertencia de que serán mucho más dolorosas si continúa intentando reventar las presidenciales en el vecino del oeste parecen haber hecho algo de efecto.
Postura de la OSCE
El día 7, durante la visita a Moscú del presidente de turno de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), el suizo Didier Burkhalter, Putin subrayó que «los comicios presidenciales convocados por Kiev son en sí un paso adelante, pero no resolverán nada si todos los ciudadanos de Ucrania no entienden cómo se garantizarán sus derechos después». El mensaje se percibió como una postura menos intransigente hacia las autoridades de Kiev. Aquel mismo día aseguró haber dado orden de retirar sus tropas de la frontera con Ucrania, pero de allí no se movieron. El lunes, antes de partir hacia China, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, anunció otra vez el inminente repliegue del Ejército ruso en la línea fronteriza, pero EE UU, la OTAN y Kiev continuaban ayer aseverando que no hay indicios de tal retirada.
El Ministerio de Defensa ruso informó ayer en un comunicado que las unidades militares rusas en las regiones de Rostov del Don, Bélgorod y Briansk, fronterizas con Ucrania, están desmontando los campamentos y se disponen a regresar a sus bases. El general Vladímir Shamánov, comandante en jefe de las fuerzas paracaidistas rusas, las que en mayor número forman el contingente desplegado en la frontera, explicó ayer que el proceso total de retirada podría llevar unos 11 días.