Valenciano mantiene la acusación de machismo y exhibe el apoyo europeo
El primer ministro francés, Manuel Valls, defiende sus recortes «de izquierdas» en el acto con Schulz y González en Barcelona
BARCELONA.Actualizado:Las europeas nunca han sido las elecciones del PSOE. En los últimos 20 años sólo ha estado por delante del PP en una ocasión, en 2004, y no sacó más que un escaño de ventaja. Movilizar al electorado cuesta. Ahora más que nunca. Por eso pese a echarse a la calle, los socialistas han optado por actos de pequeña escala, de 500 o 600 personas salvo contadas excepciones, en el caso de Alfredo Pérez Rubalcaba. Pero ayer llegó el plato fuerte. En Barcelona. Elena Valenciano con el candidato socialdemócrata a la Presidencia de la Comisión Europea, Martin Schulz, el primer ministro francés, Manuel Valls y, sobre todo, Felipe González.
No es que fuera una apuesta exenta de riesgos. Se trata de dos estrellas con reverso. Valls, catalán de nacimiento, lleva colgado el cartel de 'Sarkozy de la izquierda' desde su paso por el Ministerio del Interior y carga con la mochila del recorte de 50.000 millones de euros en el presupuesto francés. González es siempre un valor seguro para enardecer a las masas, pero sus intervenciones las carga el diablo. Y el susto de la entrevista en la que se mostró partidario de un gobierno de coalición PP-PSOE «si fuera necesario», aún palpita pese a la rectificación posterior. Pero 'in situ' la mezcla funcionó. Más por Valls, curiosamente, que por Felipe.
El primer ministro galo se rebeló, efectivamente, como una suerte de Nicolás Sarkozy, pero por su garra y su energía sobre el escenario. Habló en catalán, en español y en francés para los medios de su país presentes y fue capaz de poner en pie a las cerca de 3.500 personas que, pese a su notorio declive, logró movilizar el PSC para la ocasión. No ocultó su 'tijeretazo' pero defendió con tal ímpetu que ha salvaguardado a los pensionistas y que se vuelca en la educación. «Si queréis ver lo que es una política de izquierdas, mirad lo que estamos haciendo en Francia -presumió incluso- y si queréis ver lo que es una política de derechas mirad lo que hace la Comisión Europea».
Al ataque
Fueron el suyo, el de Schulz y el de Felipe González discursos largos y heterogéneos. Pero tuvieron un hilo conductor. El de toda esta semana. El PSOE sabe que ha hecho daño a la moral del PP por haber logrado que el desliz machista de Cañete sobre las mujeres trascienda las fronteras españolas porque eso puede poner en riesgo su designación como comisario y, a pesar de tener dudas sobre la conveniencia de seguir estirando el chicle una vez el candidato popular ha hincado la rodilla, volvió al ataque. La propia Valenciano abrió el fuego con su grito de guerra: «No nos van a volver a relegar a la marginación». Y los demás le siguieron.
El aspirante a presidir la Comisión prometió que buscará un Ejecutivo paritario. Y tiró de entrañas: «Para mí es una vergüenza que como hombre y como padre que alguien me diga que mi hija vale menos que mi hijo». Valls exhibió su «compromiso con la igualdad de género» y su «condena total del sexismo». «Rechazo el conservadurismo que recluye a las mujeres a una visión retrógrada», dijo. Y González despreció la petición de disculpas de Cañete. «Ha dicho 'si alguien se ha sentido ofendido' -reprochó-. Piénsenlo. Es que según su criterio no era un comentario ofensivo».
Fue uno de los pocos comentarios terrenales del expresidente del Gobierno. Esta vez no hizo ningún agujero a la estrategia de su partido, pero seguramente muchos se perdieron entre sus referencia a su, según él, nunca bien ponderado informe sobre el futuro de Europa, a las políticas anticíclicas, a la experiencia brasileña y a Willy Brandt («yo ya soy viejo», admitió)... hasta que volvió a bajar el balón al suelo para advertir de que Rajoy busca un aval a sus políticas. «Así que si ustedes lo refrendan -amenazó- en el otoño nos veremos».