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Militares tailandeses patrullan por una calle de la capital. :: CHRISTOPHE ARCHAMBAULT / AFP
MUNDO

El Ejército de Tailandia da un golpe de Estado encubierto

ZIGOR ALDAMA
LUANG NAMTHA (LAOS).Actualizado:

Los militares no han podido aguantarse más. Después de meses en los que han reiterado su neutralidad en el conflicto político que divide a Tailandia desde hace años, ayer decidieron dar un golpe en la mesa y atajar la situación como mejor saben: decretando la ley marcial que elimina gran parte de los derechos constitucionales, sacando los tanques a la calle y cerrando diferentes medios de comunicación. El jefe del Ejército, Prayuth Chan Ocha, se dirigió al país por televisión para negar rápidamente que se trate de un golpe de Estado -los uniformados han protagonizado 11 exitosos y siete fallidos desde la instauración de la monarquía parlamentaria en 1932-, y pidió a los tailandeses que continúen con sus quehaceres como si nada hubiese cambiado.

Esto último parece que sí lo han conseguido. Ayer, la capital, Bangkok, se mantenía en calma. De hecho, la población aprovechaba para retratarse sonriente con sus teléfonos móviles junto a militares en tanquetas y armados con ametralladoras. No en vano, diferentes fuentes reconocieron que, a pesar de que en el ambiente flota cierta tensión y la convicción de que sí se trata de una asonada, no faltan quienes han suspirado aliviados. «La situación política era insostenible. Todos estábamos esperando la intervención del Ejército, y creo que se ha demorado en exceso», aseguró a este diario la activista Aye Suraporn desde la ciudad norteña de Chiang Rai.

Muchos otros, sin embargo, dudan de que la medida de fuerza vaya a resolver una crisis que ha provocado una contracción del 2,1% en el PIB durante el primer trimestre del año y que ha dividido en dos a la sociedad tailandesa: por un lado están los camisetas rojas, en su mayoría ciudadanos del norte partidarios del clan político de los Shinawatra y del Gobierno interino, que se han dado cita de nuevo en Bangkok para protestar por la destitución de la ex primera ministra Yingluck Shinawatra -ordenada por el Tribunal Constitucional y justificada en su abuso de poder- y para apoyar la celebración de elecciones el 3 de agosto; enfrente tendrán a los seguidores de Suthep Thaugsuban, antes conocidos como los camisetas amarillas, que pertenecen a las clases más privilegiadas de la capital y son partidarios de que un comité popular no elegido en las urnas lidere una transición hacia una democracia real que acabe con lo que denominan 'la dictadura de los Shinawatra'.

Consciente de que la situación puede estallar por los aires en cualquier momento, como ya sucedió en 2010 cuando los choques entre ambos bandos dejaron 92 muertos en las calles de Bangkok, el Ejército anunció ayer que no tolerará ninguna información que incite a la violencia, ya sea publicada en medios de comunicación o en las redes sociales. Y recalcó que la ley marcial le otorga poder para arrestar a quien quiera sin dar una sola razón. Ahí reside el miedo. Cuando se le preguntó por la posibilidad de que se establezca el toque de queda, el general Prayuth bromeó con otra pregunta. «¿Qué tal un toque de queda para la prensa?»

Mientras tanto, el Gobierno interino ayer se limitó a afirmar que continúa ejerciendo el control del país, y que los soldados sólo han tomado las riendas de la seguridad para evitar más muertes, tres en la última semana. El primer ministro en funciones, Niwattumrong Boonsongpaisan, pidió al Ejército que proceda dentro de los límites delimitados por la Constitución.