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El caos se apodera de nuevo de Libia

Varios países cierran sus embajadas y evacuan al personal diplomático tras intensificarse los combates entre milicias, rebeldes y soldados

TRÍPOLI. Actualizado: Guardar
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Los países vecinos de Libia han tomado medidas de protección tras ser atacado el Parlamento de Trípoli este domingo, en una escalada de enfrentamientos entre milicias islamistas, tropas irregulares y soldados del Ejército regular que ha provocado desde el viernes al menos 65 muertos. Argelia ordenó ayer el cierre parcial de su frontera del este, por la que sólo se permitirá la entrada de ciudadanos argelinos y la salida de personas con pasaporte libio.

El viernes, el Gobierno de Argelia ya había enviado fuerzas especiales a Trípoli para evacuar a su embajador y a todo el personal de la legación diplomática tras una serie de amenazas contra sus trabajadores y representantes. Arabia Saudí tomó la misma decisión y ayer suspendió «totalmente» sus servicios diplomáticos en la capital libia, cerró su embajada y consulado y evacuó a todo su personal en un avión privado. Turquía ordenó el cierre temporal del consulado en Bengasi, y las compañías aéreas tunecinas Tunisair y Syphax Airlines anunciaron la anulación de los vuelos desde y hacia Libia.

Trípoli vivió ayer una tensa calma. Los comercios y colegios abrieron sus puertas y las calles registraron una actividad normal El domingo, milicianos del autodenominado Ejército Nacional Libio del general renegado Jalifa Haftar atacaron la sede del Consejo General Nacional (el Parlamento) con armas antiaéreas y granadas y exigieron la paralización de la actividad parlamentaria y la entrega de las competencias legislativas a la Asamblea Constituyente elegida en los comicios del 20 de febrero. Además, expresaron su rechazo al nombramiento de Ahmed Maitiq como nuevo primer ministro del país, que se iba a hacer oficial en la sesión interrumpida por el ataque.

Esta acción, que costó la vida a dos personas, había estado precedida por el asalto el viernes por parte de las mismas fuerzas de varios cuarteles del grupo Ansar al-Sharia, vinculado a Al-Qaida, y de otra milicia islamista en Bengasi, una ofensiva que se saldó con una cifra de entre 43 y 63 muertos según las distintas fuentes. La llamada 'Operación Dignidad' lanzada por el general retirado recibió ayer el apoyo del comandante de las Fuerzas Especiales de Libia en Bengasi, Wanis Bujamada, y de la base de la Fuerza Aérea nacional en Tobruk (este del país).

El Gobierno calificó la ofensiva de Haftar como un «golpe de Estado», en palabras del portavoz oficial Nuri Abú Sahmein. El militar, en respuesta, declaró que no tiene intención de detenerse y negó que intentara derrocar a las autoridades. El general y sus seguidores no reconocen al Parlamento y ya pidieron su disolución en febrero, después de que los diputados decidieran prolongar su mandato oficial, que concluía el día 7 de dicho mes, una decisión protestada por numerosos políticos, milicianos y militares.

Tras el ataque del domingo, el Gobierno de Trípoli pidió al Parlamento que suspenda su trabajo hasta que se celebren las elecciones generales, antes del 15 de agosto, y la búsqueda de un «consenso nacional» para superar la profunda crisis que atraviesa el país. Tras destacar «el peligro de la actual etapa de la historia libia», el Gobierno presentó una «iniciativa nacional» que incluye una repetición de la votación parlamentaria para confirmar a Ahmad Maitiq como primer ministro.